Altura de miras
Me siento a escribir esto el sábado de reflexión, 24 horas antes de que Ferreras dé los datos de las encuestas a pie de urna y comience a jugar con su “pactódromo”. Y lo hago, sobre todo, con el deseo de que la cuerda no de rompa, porque los actores políticos que han de cuidar la salud del hilo que nos une no parecen muy predispuestos a currarse el remiendo de un lazo. Siempre han existido dos bloques conformados por las fuerzas que aglutinaban las dos maneras de sentir más representativas del territorio; dos bloques que, pese a insultarse en público, se veían a escondidas para establecer un acuerdo de mínimos, la máxima tensión que podía soportar la cuerda, aunque ello les impidiera, a unos y a otros, poder llevar a cabo una buena parte de sus políticas. El lunes, cuando estas palabras salgan publicadas, a pesar del batacazo de unos y de la victoria sin paliativos de otros que nos venderán los medios, la preponderancia de esos dos bloques, de esas dos maneras de sentir, permanecerá intacta, y en sus manos seguirá estando la posibilidad de tratar de mantener cierto equilibrio entre la ciudadanía. De nuevo, les tocará a ellos colocar la primera piedra, ya solo tendrán que decidir si servirá para construir un lugar común, de encuentro, o un muro.