A los toros, Alteza

10 oct 2025 / 08:33 H.
Ver comentarios

Da gusto seguir los pasos a la Princesa de Asturias en su periplo formativo sobre todas las materias y actividades del estado que un día reinará, pasando por la universidad y por los tres ejércitos, pisando además los terrenos adecuados para conocer mejor a la España y a los españoles que en su día deberá representar. Y por eso es necesario que se deje ver en el fútbol o en las canchas de cualquier deporte, en los premios literarios o científicos, en eventos culturales de todo tipo o presidiendo actos institucionales. Y ya mismo en los toros. Eso sí, que lo mismo que ha recibido formación jurídica, militar o deportiva, se supone que también habrá recibido una información conveniente y adecuada sobre aquello que desde hace muchos siglos sus antepasados vienen sabiendo. Y después de la lengua, el toro es elemento que más nos une con los países hermanos de Hispanoamérica. Se van a cumplir ahora 500 años de la llegada de los toros al otro lado del charco y no estaría mal verla presidiendo una corrida el próximo 12 de octubre. Hay toros en Madrid. Y si no, que se venga a Jaén.

La España real, la urbana y la rural, no tiene nada que ver con la que nos quieren pintar, y la monarquía que se aleje de la Fiesta de los toros se estará alejando del pueblo, o de una gran parte del pueblo, que ve en ella algo más que un simple adorno. La monarquía es el símbolo de la unidad. De esa unidad que se representa también en las plazas de toros, donde todos, sentados en círculo y en común unión participamos en un rito milenario que está por encima de nuestras diferencias, expresadas por cierto allí mismo con el debido respeto. Cuando surge el arte y el valor de una gran faena no hay discrepancia que valga.

Que nadie la engañe, porque pesar de lo que se diga o se maldiga, las plazas de toros de la mayoría de las ciudades y las calles de miles de pueblos de España se siguen llenando de gente que quiere ver toros. Y gente cada vez más joven que acude con curiosidad y con ganas de conocer sobre lo que va esta fiesta tan singularmente española. En nuestra provincia basta con repasar la información que ofrece Diario JAÉN de las actividades taurinas para darnos cuenta del arraigo y del incremento de fiestas de toros de todo tipo. Nuestros diputados lo saben y seguramente habrán pensado en ello a la hora de votar o no votar la iniciativa legislativa presentada por un grupo de asociaciones animalistas en su afán para descatalogar como patrimonio cultural la fiesta de los toros.

No le vamos a pedir a Su Majestad que toree o que alancee toros como Carlos I en Valladolid, pero sí que nos acompañe de vez en cuando, como sus antecesores. Nos vendría muy bien a todos. Al ella también, si le explican los significados del rito que se celebra en la plaza de toros y lo que allí se puede percibir de la forma de ser de los españoles. Hace ya más de un siglo, cuando su tatarabuelo era todavía un niño, el presidente Sagasta lo tenía muy claro cuando acudió a Palacio para solicitar permiso a S. M. Doña Cristina de Ausburgo para que el Rey Alfonso XIII, tan joven, fuese a los toros. La Reina, exquisita en todo y celosa madre, le dijo a don Práxedes que no lo creía oportuno. Pero el inteligente político insistió y la convenció diciéndole: “Señora, deje que nuestro joven rey asista a la plaza para que aprenda a conocer al pueblo que ha de gobernar”.

Articulistas