¿Una autovía para la cultura?
Año nuevo nunca significa para mí vida nueva. Por muchos hartazgos navideños, por algunos kilos de más, por una docena de buenos propósitos, el año 2016 será —está siendo ya— hijo carnal del año pasado. Hasta la política verá cómo se eternizan los problemas heredados, se repiten las posturas más insensatas, regresan —porque nunca se fueron— las intrigas florentinas y se empuja hacia el precipicio al compañero que uno mismo respaldó hace un par de años. Lo dicho: más de lo mismo.
Sin embargo, todo fluye. Y en Jaén también, no vamos a ser menos. Durante un par de décadas un servidor ha demandado, hasta hacerse cansino y pedigüeño, el final de las obras para la Autovía del Olivar en el tramo Jaén-Úbeda. Y aún no me creo que esté terminada, y eso que la recorrí unas cuantas veces en vísperas de Navidad. ¡Tiene que ser un espejismo, Paco! ¿No quedamos en que comenzarías 2016 escribiendo tu columna cuarenta y pico sobre los baches, los accidentes, el firme ondulado y la penosa señalización de esta carretera plagada de peligros? ¡Pues anda que no le debes casi nada a la dichosa ruta, amén de un par de porrazos!
La semana que no te venía al pelo el asuntillo catalán, o el socorrido tema social —el paro, la marginación, la creciente desigualdad, la juventud sin porvenir...— lanzabas rayos y centellas contra los gestores de la cosa pública en Sevilla. Y así te dormías con el lado progre de tu conciencia calmado y satisfecho. ¡Hasta que llegó a la Consejería de Fomento el bueno de Felipe López... y dicho y hecho! Te ha dejado sin tu tema estrella. No sé si se lo perdonarás algún día.
¡Vale ya! Acepto que está terminada, suave como la seda y limpia como una patena. ¿Qué tal si la explotamos a fondo, visto que se tarda apenas media hora entre la capital y La Loma? ¿Qué tal si abrimos un toma y daca cultural entre Jaén, Úbeda y Baeza y, ahora que no viajamos pegando saltos, aprovechamos la oferta cultural puesta sobre la mesa por nuestros tres focos rena-centistas? Convertir este eje, tantas veces aplazado, en Autovía de la Cultura, no cuesta tanto. Es cosa de ponerse a ello. ¿O no?