Un rearme moral

Eso de tropezar dos veces en la misma piedra por parte de los humanos nos lo lleva siglos enseñándo la Historia. Torpeza que se agiganta al demostrar que nos hartamos de disfrutar la paz, lo que nos lleva a concluir que, además de torpes, somos brutos sin remedio. Y ahora, tras resonar los tambores de guerra, dos autócratas en amigable charla se reparten un país soberano ante la mirada incrédula de una Europa decadente que recomienda un kit de supervivencia a base de un par de latas de sardinas, un mechero, una linterna y algo para el dolor de cabeza. Sinceramente creo que el kit necesario debería ser uno que nos proteja de los Trump y Putin y de los Sánchez y Feijoó y que incluya si fuera posible la llegada a las instituciones mundiales y nacionales de mentes lúcidas en lugar de traficantes de poder y avaricia. Escribo en un banco de parque próximo y veo en el suelo la primera veredilla primaveral construida por unas hormigas que se afanan codo a codo en amontonar su kit de permanencia invernal. O sea que construyen una especie de rearme moral a diferencia de los homínidos que nos empeñamos en la autodestrucción fabricando armas. Y somos ¿seres inteligentes?