Un año con propina

Hoy hace un año que cambió nuestra forma de vivir. Un año en el que se congelaron los sueños y se durmieron los futuros. También aprendimos conceptos nuevos tales como pandemia, geles hidroalcohólicos, cuarentenas, seroprevalencias, mascarillas,aerosoles, cepas. Supimos asimismo que nuestro laureado sistema sanitario no era tan eficaz a pesar de sus excelentes profesionales. Entendimos eso del PIB y de cómo nuestra economía se fue a pique un once por ciento. Vimos con nuestros ojos cerrar tiendas por falta de ventas, colas de hambre, playas desiertas, hoteles vacíos. Reunimos cuatro millones de parados y uno más en los Erte temporales. Nos pegamos a radios y televisores para anotar cada día los nuevos contagios, los muertos, las noticias que prometían toneladas de material que no llegaban o que llegaban mal, tuvimos que decidir si mascarillas sí o mascarillas no según Illa y Simón acordaran.Y tras la primera constatación de la mediocridad de nuestros dirigentes, justamente un año después, nos traen la propina de las mociones y el intento de desbancar a los adversarios de sus poltronas lo que nos lleva a concluir que como a aquél torero que presumía de ser el mejor y que tras él los demás quedaban lejos para nuestros políticos lo primero es el poder, luego nada y después cien mil muertos.