Trenes diferentes

    04 mar 2022 / 16:40 H.
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    Llevo años escuchando una obra de Steve Reich que se titula “Different Trains”, compuesta a finales de los 80. Cuenta Reich, pionero de la vanguardia minimalista, que pasó gran parte de su niñez en trenes que viajaban desde Los Ángeles a Nueva York. Costa a costa, casi 3.000 millas de nada. Eran los distantes lugares en que vivían sus padres divorciados, que no debieron terminar demasiado bien a juzgar por la tortura —lo de la custodia compartida daría para otro artículo— a la que sometían al muchacho. En su estreno, añadió que, si él no hubiera sido un judío nacido en la América de 1936, los trenes a los que se habría subido habrían tenido un paisaje sonoro muy distinto. Por eso, la cadencia así como vitalista y despreocupada de “Different trains: América, antes de la guerra” se transforma en amenazante en “Europa, durante la guerra”, donde se escuchan los gemidos del tren entre sirenas de toques de queda y bombardeos. La tercera parte se titula “Después de la guerra” y no tiene topónimo. Y es muy significativa esta ausencia, como si la guerra al final afectara al mundo entero y mezclara las voces de la niñera que lo acompañaba en aquellos viajes, la de los revisores, la de los supervivientes a los campos de exterminio, las tuyas y las mías y las de los ucranianos y los rusos que hoy, ahora mismo, se están matando.

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