Transformación postcovid

26 jun 2021 / 20:23 H.
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Los elevados niveles de vacunación nos hacen ser optimistas sobre la vuelta a la ansiada normalidad. Todavía escuecen las cifras de desempleo y caída del PIB del pasado año. No podemos olvidar que hemos padecido una crisis sanitaria sin precedentes, con efectos sociales dramáticos y consecuencias muy negativas en el ámbito económico. Las expectativas para este año son positivas, pero aún debemos ser prudentes. El tejido empresarial ha recibido un duro varapalo, los consumidores aún permanecen en alerta, y el Estado, hiperendeudado, muestra signos de agotamiento. No hay recuperación sin transformación. La anterior crisis obligó a un cambio de orientación de nuestro modelo principalmente internacionalizando las miras. Tras la covid, la terapia exige una transformación orientada, esta vez, a la digitalización, la sostenibilidad y la productividad.

El Consejo General de Economistas ha publicado un estudio sobre el impacto económico de la covid en la pyme española, donde se delata que la crisis ha provocado un descenso de ventas en el 52,6% de estas empresas y una caída de la rentabilidad en el 65%, mientras que tan solo el 33,3% redujeron el empleo, lo que se traduce en una utilización efectiva de los ERE. Sin embargo, las expectativas de recuperación son escasas pues solo el 15% de estas empresas piensan que en 2021 serán capaces de crear empleo. Los ánimos van por sectores, mostrándose más positivo el de la construcción, mientras que el comercio y el turismo aún recelan ante los cantos de sirena de la recuperación.

A diferencia de la anterior crisis el acceso a la financiación no ha sido un problema. La mayoría de las operaciones solicitadas han sido concedidas en unas condiciones favorables. A ello han contribuido los préstamos ICO avalados por el Estado y los bajos tipos de interés que el sector monetario fija por una política monetaria expansiva. Esto se traduce en una escasísima rentabilidad del sector financiero, lo que unido a un cambio en la utilización de los canales ha provocado una grave amenaza para las entidades financieras. Algunas de estas entidades, las que más ayuda recibieron del Estado para salir de la crisis, amagan ahora con el cierre de oficinas, el despido de miles de trabajadores y una exclusión financiera galopante. Afortunadamente, otras entidades, sin un céntimo de ayuda, aún presumen de mantener empleo y atención presencial con excelentes indicadores de rentabilidad como se ha podido ver en la aprobación ayer de las cuentas anuales de la Caja Rural de Jaén. Es de las pocas cosas que podemos presumir en nuestra provincia, en la que la anterior crisis nos dejó tocados y esta parece que nos dejará hundidos. Con un índice de confianza de casi diez puntos por debajo de la media española, los mismos que de tasa de ocupación, vivimos en un continuo ir y venir de despropósitos, una ausencia de continuidad en políticas que deberían ser estratégicas y un desánimo de las pymes que pierden peso específico en el escaso margen que dejan los grandes canales internacionales. Los fondos europeos Next Generation se muestran como una oportunidad inmejorable para la recuperación económica y el equilibrio en el desarrollo territorial. Es necesario situar a la pyme en el centro de la política económica, dada su relevancia y su gestión de los recursos endógenos. No habrá recuperación sin poner el foco en las pymes, no habrá transformación social sin tener en cuenta a los territorios.

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