Pájaros de viento

    23 jul 2021 / 10:36 H.
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    H ay horas más propicias que otras para la poesía. Por algún motivo, los sentidos se abren como flores ante los versos al borde del alba y del ocaso. Habrán observado que estos son también los momentos en que los escuadrones de pájaros se apoderan de la calle, escribiendo arabescos sincronizados en el aire. No soy muy ducho en animales, pero he hecho mis averiguaciones y parece que, por la forma de ballesta que toman al extender las alas, se trata de vencejos y no de golondrinas, como siempre había pensado. Y me da por cavilar y concluyo que puede que Bécquer fuera un profesional de la fatalidad y del amor perdido, pero que a lo mejor no tenía el mismo conocimiento sobre ornitología. La cosa, en fin, habría quedado algo así como “volverán los oscuros vencejos / en tu balcón a anidar”. No pasa nada, me digo: la asonancia está en los versos pares, no hay que darle más vueltas. Pero es que los vencejos recorren miles de leguas y pasan el 90% de su vida en el aire; comen y duermen, se enamoran y hasta copulan allá arriba, en el éter, mientras acontece su lírico y asombroso viaje. Y me da a mí que las golondrinas son más prosaicas, Gustavo Adolfo. Me asomo al balcón. Amanece. Confuso, extiendo la mano con la esperanza de rozar uno de esos pájaros de viento con la yema de los dedos. Aunque solo sea por un instante fugaz.

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