Luna de miel

    28 nov 2025 / 08:38 H.
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    Ayer no dormí y hoy vamos por el mismo camino. Iré al médico: ¿Tendrá consulta mañana? Si no, mejor llama a su mujer y que te confirme”. Doblando los setenta, asoman achaques y goteras. Si no ésta, sale la otra. “¡Ea, a remover la caldereta, Felisa, hasta que el cordero esté en su punto... Hasta que el factor toque el silbato y alce el banderín, dando salida al convoy del último viaje! ¿Recuerdas, Felisa, nuestro viaje de novios a Córdoba? ¡En vespa! ¡Uf! ¡Con aquellos calores! ¡Qué ganas te tenía! ¡Agárrate fuerte, nena, que ahora soy tu marido! ¡Y los nervios con que entramos en la Pensión!” “Sí señor. Traemos el Libro de Familia. Por supuesto, aquí lo tiene”. Y luego, cuando a solas, como marido y mujer, yo me arrancaba y tú no querías ¡Estás loco, puede escucharnos el de la habitación contigua! Y cuando tú sí querías, me retenía yo “¿Qué pasa, es que ya no te gusto?”. Nuestros hijos sacados de culero y con buen sueldo a cargo de los Presupuestos. Hay que agarrarse a la familia y los íntimos. A los que quedan, porque otros alzaron vuelo, como saltan las perdices, cuando se levanta la veda y en la campiña se escucha el primer tiro.

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