Los mismos

    18 oct 2021 / 16:48 H.
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    Siempre son los mismos. A veces, diez; otras, quince; y en ocasiones excepcionales hasta veinte y veinticinco. Pero siempre los mismos. Diez, en un pueblo en el que duermen mil, supone un 1%. A algunas personas esta cifra se les antoja muy escasa porque ellas, en circunstancias similares, suelen coincidir con cien en una ciudad de cien mil, o con diez mil en otra de diez millones, y no se detienen a echar cuentas. No saben, además, que ellas, en esos otros lugares, también son siempre las mismas. No pueden saberlo porque a partir de veinte o veinticinco nos cuesta retener los rostros y los nombres. No obstante, en todos los casos: en el del pueblo de mil, la ciudad de cien mil y la macro urbe de diez millones, los mismos se erigen, a su vez, en los mejores, en la resistencia, en los que sueñan con ver atravesar la puerta del cine, del teatro, de la librería o de la sala de conciertos o exposiciones a algún extraño o extraña que venga a engordar el grupo. Porque los mismos no desean ser los mismos, ni siquiera los mejores; ellos solo persiguen que las actividades que los reúnen no cesen; hasta tal punto que no resulta raro que acudan a ellas con unas décimas de fiebre o con desgana: por mera solidaridad y respeto, para cuando sean otros los que carguen con esas décimas o la desgana. Y porque sospechan que sin cultura el mundo sería distinto: demasiado recto, demasiado uniforme, demasiado triste y feo incluso para el otro 99% que nunca se pasa ni sabe lo que se pierde. Demasiado.

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