Vigilantes en cuestión sanitaria

04 mar 2023 / 16:00 H.
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Laura nació en marzo del 92 en Jaén. Junto a sus hermanos creció y jugó en su ciudad natal de la que guarda maravillosos recuerdos. Destacó en dibujo y terminó matriculándose en Arquitectura. Coincidió su graduación con una época difícil para la economía de nuestro país, aún más para el sector de la construcción. Ilusionada aceptó una oferta de trabajo en Londres en una consultora de gran proyección internacional. No fue fácil adaptarse. Paga más de la mitad de lo que gana por el alquiler de una habitación en un edificio gris a las afueras de la ciudad y destina una hora al día en acudir a su trabajo y otra hora en volver. A veces piensa que la “city” está hecha al revés, los que viven dentro salen a trabajar y los de fuera trabajan dentro.

Luis nació en Baeza en 1980. Estudió en la UJA Ciencias Económicas y Empresariales. Al licenciarse no tardó en emplearse en el sector financiero ocupando puestos de responsabilidad en diferentes entidades, primero en Madrid y después en La Coruña. Tuvo que aceptar una oferta de traslado a México DC pues era la mejor forma de evitar los despidos que reestructuraban el sector. Hace diez meses fue padre y aún no ha podido llevar a su hijo a España a conocer su familia paterna. Le quita el sueño cómo educar a un niño en una ciudad caótica.

Blas nació a principio de siglo en Linares. Estudió un módulo de gastronomía y tras seis meses de trabajo en un famoso restaurante de la Costa del Sol ha aceptado el reto de completar su formación en Shanghái donde investiga todos los secretos de la cocina asiática. Comparte piso con compañeros de diversas nacionalidades. Lleva semanas que una bruma espesa de contaminación le impide ver el cielo azul durante el día, ni el brillo de las estrellas a la noche.

La falta de oportunidades obliga a nuestros jóvenes a emigrar a grandes ciudades inhóspitas donde al tiempo se sienten atrapados. Laura, Luis y Blas, al igual que miles de jiennenses emigrantes, están convencidos que como en Jaén no se vive en ningún lado y sueñan con volver más pronto que tarde. Es un problema de Jaén que pierde población y es un problema de las grandes ciudades que pierden humanidad; y ambos problemas son el resultado de la ausencia de políticas de desarrollo territorial por parte de las administraciones públicas. Las ciudades más sostenibles son aquellas en las que las principales actividades están a quince minutos. El trabajo, las tiendas, la escuela, el parque donde pasear o el bar donde tomar unas cañas no debiera estar a más de un cuarto de hora de nuestro hogar. En este modelo de planificación urbana sostenible, Jaén y sus pueblos son modélicos. Madrid, Barcelona y muchas capitales de Europa quisieran parecerse a Jaén, la ciudad de los quince minutos. Estas grandes megalópolis se construyeron en estructuras colmena, improvisadas, empujadas por aluviones de personas que buscaban trabajo a cambio de tiempo de vida. No perdamos la oportunidad que la opción del trabajo remoto supone para atraer a nuestros jóvenes de vuelta. Ganaríamos en conciliación familiar, en el mantenimiento de nuestras costumbres, e incluso en la conservación de nuestros cultivos con criterios medioambientales. Sería un verdadero logro dentro de los objetivos de desarrollo sostenible. Si conseguimos que nuestros trabajadores vuelvan, las empresas no querrán irse.

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