Maduro luego existo

    19 feb 2017 / 11:41 H.

    Frente a cualquier forma de resignación propia de los 70 que me cayeron el viernes apelo a la experiencia acumulada para afrontar los que me queden. Mi generación hace esfuerzos de adaptación a modos y modas que impone la generación de internet basada en el consumismo, el culto a la marca, incluso formas de entender la unidad familiar o las relaciones del mismo sexo. Hemos aprendido a respetar, ponernos en el lugar de los demás y explorar cualquier movimiento que nos aproxime al presente. El choque generacional desde el ángulo de los mayores se sobrelleva sin entrar demasiado en el conflicto en el que los viejos se dedicaban al dominó por la tarde o al paseo de la mañana. Por la crisis hacemos de soporte familiar, niñeros de nietos y consejeros de por dónde encaminar el futuro de jóvenes faltos de horizonte instalados en la rebeldía y seguidores, a veces con más vehemencia que sabiduría, de líderes formados en la protesta y el empeño de que todo cambie porque nada les convence. Tanto en lo actual como en lo pasado está escrito parte del futuro. Lo importante es extraer de lo pretérito lo bueno. a fin de adaptarlo a los nuevos modos. Por eso muchos usamos móviles, nos aventuramos al mundo cibernético y estamos en las redes, para aportar vivencias y aferrarnos a que ser maduro supone existir y no adentrarse en la renuncia al gozo de lo novedoso. Cualquier tiempo pasado puede ser bueno pero cualquier devenir puede ser mejor. No debemos perdérnoslo.