Helicóptero de doble hélice

    18 abr 2022 / 16:48 H.
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    Hoy, he escuchado a un señor pedirle muy serio a su chiquillo de siete u ocho años que se esfuerce por ser algo en la vida. A esa edad creo que todavía se puede querer ser un saco de patatas o un sobre de natillas o un helicóptero de doble hélice, y espero y deseo que el nene, que caminaba con la cabeza gacha y una cara de fatiga del carajo, lo hiciera pensando qué clase de esfuerzo se requiere para convertirse en un hermoso saco de patatas, en un sobre de natillas o un helicóptero de doble hélice. Luego, al poco, en un parque contiguo a la calle por la que transitaban el padre y su pequeño, he visto a una mujer pegarle a un perro. Suave, en el lomo, junto a la cola, ninguna cosa que tenga que conducirnos a llevarnos las manos a la cabeza. Al parecer, porque se ha demorado en atender su llamada y se le hacía tarde. Eso le ha dicho al chucho “se me hace tarde”, justo antes de tomarlo en brazos y rogarle que la disculpara por el leve manotazo. El perro, obviamente, no ha dicho nada, ¿qué esperabais? Pero ha sido tanta su alegría, ante la muestra de cariño de su compañera, que ha empezado a menear el rabo circularmente muy muy deprisa, a dos mil kilómetros por hora por lo menos, como un helicóptero de doble hélice.

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