Espíritu navideño
Lejos estaba Charles Dickens de saber que su obra cumbre, Cuento de Navidad, escrita en 1.843 supondría la reanudación del espíritu navideño que se había perdido por los intereses económicos de las grandes compañías inglesas que no entendían que el común de la gente quisiera celebrar tan significada fecha acudiendo a actos religiosos y ejerciendo de algún modo en esos días labores altruistas y muestras de solidaridad y actos bondadosos. Para Dickens “la infelicidad brota de la incapacidad de establecer vínculos afectivos” siendo la Navidad una invitación a ser mejores y más libres frente a los que tienen puesta su voluntad en la ambición y el poder. Estamos a las puertas de una nueva Navidad con el corazón encogido todavía tras la tragedia vivida en Valencia y otros lugares. Serán tristes en esos sitios en los que se han perdido vidas, viviendas, pequeños negocios que daban sustento a muchas familias y junto a ello, y casi peor, la pérdida de confianza en las instituciones públicas que obran a destiempo y prometen lo que nunca cumplen. Menos mal que el espíritu navideño de la solidaridad ha estado y está presente en las oleadas de voluntarios que se afanan para que, llegada la Nochebuena, las lágrimas sean menos dolorosas.