El gallo negro

    25 feb 2021 / 10:56 H.
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    Padre, quiero dormir con usted”. Pero el padre no lo permitió. Ella se fue a la cama temblando de miedo. El padre se durmió. Aquella tarde habían llevado a la madre al hospital. Tenía destemplanza, mal cuerpo y fatiga. Intentaron traerla a casa. La hija condujo el coche hasta la puerta y esperó. El padre tomó a la enferma en brazos y bajó hasta la salida. Allí lo retuvieron. La madre fue devuelta a la habitación. A ellos los echaron a la calle. A media noche el padre escuchó el alboroto. Volvió en sí del sopor en que se hallaba. Alisó las greñas con las manos. Bebió agua. Fue al dormitorio de la hija. La puerta estaba entreabierta. Las sábanas y la ropa por el suelo, hechas un revoltijo. Tenía los brazos y piernas quebradas y la boca abierta. Estaba muerta. Conservaba en la manos tres plumas del gallo negro. El padre fue al corral. El gallo estaba descabezado. No esperó a que el hospital le notificara que su mujer había muerto. Se pegó un tiro. La hija tenía miedo y su mujer había dicho que no le gustaba la mirada de aquel gallo. Sin ellas, la vida no tenía sentido. Esto fue lo que encontró el juez cuando llegó el aviso al Juzgado, y vino. Del tercer cadáver se encargó el hospital.

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