El fin de la cortesía

Lejos de perfeccionarse con el paso del tiempo la democracia española atraviesa un oscuro túnel provocado seguramente por el abandono progresivo de la clase política de sus principales fundamentos y como consecuencia postrera la constatación de la desafeccion ciudadana al ver el constante clima de enfrentamiento barriobajero entre los partidos del arco parlamentario que, desprovistos de todo pudor y de la mínima cortesía, ha creado un clima gerracivilista de tonos más que grises. Todo ello, no sólo por estar en fechas preelectorales, sino como resultado de una más que calculada estrategia de confrontación permanente. Baste cómo ejemplo lo sucedido en Madrid días atrás entre el ministro Bolaños y la presidenta Ayuso. ¿Una guerra de protocolos? No, una batalla electoral en toda regla. La cortesía, el buen juicio, las formas educadas, la tolerancia que otrora permitió sentar a la misma mesa a Fraga y Carrillo para presentar el primero un libro del segundo, se ha perdido por la intransigencia y el abandono de las más mínimas normas entre los llamados a solucionar los problemas del país. No será que esa táctica persigue precisamente la focalización del conflicto en esa guerra absurda para abstraer al personal de la realidad.