El chinazo

28 oct 2019 / 09:50 H.
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Algo que te cae del cielo mientras caminas fijando la mirada en las piedras para no meter los pies en el río. El amor funciona un poco de esa manera, y el desamor, claro, e infinidad de más aspectos inherentes a nuestra existencia. La magia de las cosas que pasan sin pasar, ese estadio perfecto en el que la conciencia ha de reconocer un hecho que no ha sentido y que desde ese mismo instante le va a hacer sentir tela. No siempre sucede de ese modo, también somos capaces de enamorarnos y desenamorarnos a conciencia; pero no sé, a bote pronto, por el motivo que sea, se me antoja una tarea más cansada y artificiosa que la otra, que la del chinazo proveniente del cielo. Además, la otra, la del chinazo, te deja sin elección, porque tú no has movido un solo dedo para que los elementos estén como están, tú te limitabas a caminar fijando la mirada en las piedras para no meter los pies en el río, y mírate ahora, joder: ya no sirves para otra cosa más que para amar y desamar, y si no compruébalo, atrévete a cruzar de nuevo el arroyo, que ya verás como, por más atención que le pongas al asunto, terminas mojado hasta el cuello.

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