El aceite de la vida
La inflación tiene efectos perniciosos para la economía, en especial para los trabajadores. Un producto aumenta el precio en origen, por los motivos que sea, y toda la cadena de valor va a repercutir esa subida en el precio de venta. El consumidor final tendrá que soportar la subida con la misma nómina pues, al ser el último escalón, su corrección monetaria llegará a toro pasado. Esa subida salarial provocará una nueva escalada en la cadena de valor lo que motivará otra subida del precio final, y de nuevo el trabajador afrontará su consumo con pérdida de poder adquisitivo. A esto se le denomina espiral inflacionista y resulta muy compleja detenerla. Al final la clase obrera sale perdiendo por ser la más débil en esa cadena, y porque sus correcciones salariales se harán tanto más con base en la inflación esperada y menos con la ya soportada. Desde mayo de 2021 a mayo de 2024 los precios han subido un 16,3%, mientras que los sueldos apenas lo han hecho en un 15%, si bien es cierto que el Salario Mínimo Interprofesional se ha incrementado un 19,36%.
Luchar contra la inflación no es fácil. Una de las medidas más efectivas es reducir los componentes del precio, esto es los impuestos indirectos. El IVA para los productos generales es el 21%. Bajar este porcentaje reducirá automáticamente la recaudación pública, pero no queda tan claro que reduzca el precio final en la misma medida porque la cadena podrá incrementar sus márgenes si acapara poder de negociación. Se establecen unos productos y servicios al tipo reducido del 10% como los alimentos, la vivienda, el transporte de viajeros, y la hostelería entre otros. Excepcionalmente algunos productos o servicios, por ser considerados de primera necesidad, se van a calificar como “superprotegidos” y se le aplicará el tipo superreducido del 4%, como son el pan, la leche, los huevos y la fruta. Hasta tanto la inflación se considere controlada este tipo del 4% será del 0%. Pues bien, la buena noticia con la que se inicia este verano es que el Aceite de Oliva va a entrar en esta cesta de productos de primera necesidad y por tanto especialmente protegido, con lo que su IVA será del 0%.
Además de ser el motor de nuestra economía, es innegable que el Aceite de Oliva es un producto absolutamente enraizado en nuestra cultura, ingrediente esencial de la dieta mediterránea y elemento básico de una nutrición saludable. Sin embargo, el consumo del AOVE en 2023 ha caído respecto a 2022 en un 23,12%, mientras que el de girasol se ha incrementado un 24,32%. Este traspaso de consumo a favor de aceites de semilla es muy perjudicial porque genera nuevos hábitos de consumo de los que es difícil revertir. Podríamos decir que demasiado poco ha bajado teniendo en cuenta que la subida media del aceite ha sido del 150%. Esta rebaja del IVA viene a calificar al aceite de oliva en la cúspide de la pirámide de los productos a consumir, al mismo nivel que el pan o los medicamentos. Y esta calificación de “superalimento” se va a mantener aun cuando se frene la espiral inflacionista o el precio vuelva a cotizar a la baja si el cielo nos regala buenas campañas. Traslademos a las siguientes generaciones que mejor que el “Paracetamol” es un buen “PanAceite”.