Dos mundos

21 oct 2019 / 09:23 H.

Las gallinas pasan la mañana bajo el sol, en un prado verde; los gatos, también al sol, donde pillan, ya han comido. Fulgencio estira las piernas sin desaprovechar un solo paso: vichea, aquí y allá, que todo esté bien, en su sitio. Dolores y Francisco han bajado al huerto; a María no la veo, andará preparando a Javiera, su madre, para su paseo hasta la fuente. Hay bombonas de butano en algunas puertas: día de reparto. Un médico especialista, en cambio, nos queda a dos horas largas. Curioso, es fácil que ese hombre o esa mujer, que sanan partes concretas de nuestro cuerpo, acudan este mediodía a un colmado cuqui del centro de una ciudad a por huevos y verduras ecológicas, y que presten desinteresadamente una porción de su tiempo y de su dinero a alguna organización encargada de la esterilización de los felinos. También es fácil que les hayan indicado a Fulgencio, Dolores, Francisco y Javiera la idoneidad de realizar ejercicio diario. Seguro, qué tontería, los médicos siempre nos convidan a eso. Hay dos mundos paralelos que solo coinciden en urgencias: en uno impera la lógica y el abandono, en el otro, la estúpida inercia.