Cierren cuando salgan

    07 jun 2020 / 10:08 H.
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    Tres meses después de que la covid-19 entrase en nuestras vidas, sin haberlo invitado y dándole facilidades para instalarse, nos encontramos sumidos en el hastío, cansados y ambicionando llegar al final de un túnel que nos depositará en otra realidad no menos lúgubre. La penosa situación económica será el virus que se agarrará al bolsillo de muchos, aparcará en los andenes de grandes empresas, paseará arenas semivacías en playas, dejará sin autonomía a los autónomos, los ertes mutarán en eres y los trescientos cincuen, buscando hijos de terroristas y algún vicepresidente con prepotente y chulesca grosería pidiendo a un diputado mientras se ausentaba acusado de golpista que cerrara la puerta al salir. Si tenemos la suerte de que se marchen pronto cerremos la puerta por dentro para evitar que regresen. Cuarenta y tres mil muertos aparte, se juega a destituir guardias civiles de sus cargos por ser más amiguitos de jueces que de marlascas. Al cuello de unos españoles a punto de entrar en estado de catástrofe es adónde disparan nuestros prohombres con esas actitudes. Como esos pistoleros policías que ahogan con una rodilla asesina a un negro en alguna calle perdida de la todopoderosa reserva del magnate Trump.

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