Cataluña y Vox

25 nov 2019 / 08:55 H.
Ver comentarios

Le he cogido miedo a contar que a veces le hago a mi gato pelotas con papel plata para que juegue. En esta era de las susceptibilidades temo que alguien me espete que ese tipo de material contribuye a la mala salud del planeta o que resulta perjudicial para la dentadura del minino o para el perfecto desarrollo de su carácter, porque de esa manera tan tonta e insustancial solo consigo introducir objetos que no forman parte de su hábitat natural; o que a partir de esta historia tan vaga e imbécil se me acabe acusando en las redes de obedecer al oligopolio del aluminio y que relatando esta mierda persigo únicamente que se incremente su consumo. Así que como para opinar sobre el conflicto catalán, donde más pronto que tarde habrá que pactar la realización de un referéndum; o del meteórico ascenso de Vox, que, de largo, se me antoja lo más triste que ha acaecido en este país en los últimos años; o de la reciente sentencia de los ERE, símbolo de una maldita época política que, como mucho, sirve para tratar de explicar eso: el meteórico ascenso de Vox y la desafección de buena parte del pueblo catalán hacia el resto de España. De modo que mejor me callo.

Articulistas