Aventura Hernán Pelea

    25 oct 2021 / 16:24 H.
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    Yolanda es la canción con la que Pablo Milanés nos enseñó que la eternidad se circunscribe al presente y que no vale la pena mirar más allá, porque la vida se afana, sobre todo, en retorcer las seguridades más firmes y robustas hasta romperlas. También es la hija de Nicolás y Carmen, hacedores de El Cortijo, primera piedra del paraíso gastronómico en el que se ha convertido Pontones. Y enfermera, Yolanda, además de canción e hija, es enfermera; enfermera, voluntaria de Azul en Acción, viajera y valiente. Valiente de profesión, no como adjetivo. De adjetivos Yolanda ya va sobrada: tenaz, soñadora, curiosa, intrépida, tozuda, feliz. Aunque he de reconocer que me cuesta lo indecible resumir el estado de gracia al que nos conduce la felicidad como un mísero adjetivo, prefiero verlo como una actitud o, cuando menos, como un empeño, mientras no se oteen nubes negras en el firmamento, dictando lo contrario. Y una aventura, por encima de cualquier otro aspecto, Yolanda Vizcaíno Gómez —la mía, la nuestra, la de todos— se erige en una aventura que en esta ocasión —la penúltima— viene ligada a la idea de un regreso a Santiago-Pontones, a la sierra de Segura, a las personas que más cariño le profesan. Los que la conocemos sabemos que con su llegada nuestra tierra sale ganando; los que aún no tenéis esa suerte sabed, al menos, lo mucho que os estáis perdiendo. Bienvenida, Yolanda: Aventura Hernán Pelea.

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