Álvaro Express

    21 mar 2022 / 16:35 H.
    Ver comentarios

    Hoy me han invitado a cocinar unas lentejas poéticas en Moralzarzal, Madrid. Álvaro Hernando, un santo, un gran tipo, un crack. Luego, alguien le ha telefoneado desde Chicago y a Dios gracias la cosa se ha quedado ahí. Me ha dado mucha envidia esa llamada: ¡Chicago! Yo, quitando a los actores que salen en las películas, no conozco a nadie más allá de Albacete. Claro que Albacete es un sitio ideal para hacer amigos: se encuentra lejos del lago Míchigan y no tiene grandes rascacielos, pero a cambio cuenta con un museo dedicado exclusivamente a los cuchillos; fabrican tantos que lo extraño sería que Al Capone no hubiese cargado con uno albaceteño por las calles de Chicago. Álvaro está montando un festival de poesía en Moralzarzal —de ahí la perogrullada de las lentejas—, enraizado, de alguna manera, con esa ciudad norteamericana. En realidad, toda la obra de Álvaro está pensada para enraizar: Mar de Varna, su último libro, publicado por Baile del Sol, conforma una buena muestra de ello; como bien apunta José Luis Morante, son poemas que insinúan que solo después del caos llega el orden. Me pregunto si esa profecía se abre a ser extrapolada a los tiempos que corren, si volverán las mañanas en las que todo lo dicten los pájaros. Varna, además del lugar figurativo que atraviesan los versos de Álvaro, es un enclave portuario del mar Negro y, desde ahora, una promesa. Lo mismo que las lentejas en Moralzarzal, cuando todo lo feo amaine.

    Articulistas