Sin alarmas ni cierres en el comercio local durante horas

Muchos negocios de la ciudad se vieron obligados a mantener guardia continua y peligrosa ante la inoperatividad de unos sistemas de seguridad digitalizados

29 abr 2025 / 10:13 H.
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El apagón afectó a todos los comercios de la zona del centro jiennense que rodea la Plaza de la Constitución. Sus empleados salieron casi al mismo tiempo a la calle para comprobar que los establecimientos de enfrente padecía el mismo problema.

Sin embargo, algunos lo tuvieron más difícil que otros. Los sistemas de cierre y de seguridad no eran los mismos en todos los casos, y aquellos que solo funcionaban a base de electricidad quedaron totalmente inservibles.

Tanto es así, que sus responsables debían quedarse allí para evitar robos. Al contrario que las verjas manuales, éstas no podían ser forzadas físicamente para cerrar el establecimiento.

En la tienda Lola Ruiz, como en otras muchas de la zona, padecían además el problema de la falla en el sistema de alarmas. El apagón se había llevado por delante cualquier barrera disuasoria que impidiese a un paseante sentir la tentación de llevarse alguna prenda consigo sin pagarla, y esta situación, tal como comentaron las dependientas de este local a Diario JAÉN, hacía inviable abandonar su puesto de trabajo hasta que la electricidad volviese.

Como cualquier día del año, muchos vecinos se habían acercado a esta zona para hacer sus compras. En el edificio de Esfera, la oscuridad que generó el apagón fue especialmente llamativa. La luz natural no entra fácilmente en este comercio, pues se trata de una tienda de dos pisos cuya única abertura al exterior no cubre apenas un tercio de la pared. El piso superior, dedicado a las prendas masculinas, no podía cobrar con tarjeta de crédito, mientras sí era posible en la femenina. Además, los clientes no podían utilizar los probadores, bañados en una total oscuridad.

En todo este caos, la mayoría de los empleados que en aquel momento tenían la responsabilidad de estar a cargo del local, debían consultar cada movimiento con sus superiores, pero las líneas telefónicas ya estaban fallando, y las aplicaciones de mensajería estaban caídas. Este fue uno de los motivos que llevó al nerviosismo y a la máxima improvisación a estos profesionales.

Otro ejemplo de las dificultades de muchos trabajadores fue Sergio Prada Gil, quien, a las 22:35 horas continuaba en su propia tienda debido a que no podía utilizar el cierre manual y no le servía el motor para bajar las rejas. Es por ello por lo que se vio en la obligación de realizar guardia durante toda la noche para evitar posibles daños al local, ya que en esos momentos había cerrado la caja y guardado los productos.

Por otra parte, no recibió ayuda por parte de los agentes policiales, quienes lo único que le pudieron decir se centró en la recomendación de llamar al servicio del 112 en caso de que sucediese alguna incidencia. Todo ello en una noche tan oscura que todos los transeúntes tenían que utilizar linternas para poder caminar por las calles.

También los locales gastronómicos u hosteleros tuvieron problemas similares. No obstante, en estos casos se añadió un inconveniente mayor: sin electricidad, sus productos podían perecer en apenas minutos. Así fue en la Heladería Montelado, cuyos responsables dieron por perdidos sus helados en apenas dos horas.



Jaén
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