Raúl Caro-Accino: “No me debo a nada ni a nadie, más allá de los linarenses”

El máximo dirigente municipal hace balance de su gestión al frente del Ayuntamiento y se muestra convencido del bien aportado a su ciudad en los tres años que lleva en la Alcaldía. Ve “ilusión renovada” en los linarenses después de luchar por uno de los momentos más complicados por culpa de la pandemia

06 mar 2022 / 14:30 H.
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A Raúl Caro-Accino no se le conocía afiliación política hasta las elecciones municipales de 2019 y, dado el descontento y hartazgo de buena parte de la ciudadanía con los partidos tradicionales, tal vez esa fue una de las razones que le ayudaron entonces a convertirse en alcalde de Linares. Sus detractores le acusan de vivir de espaldas a la realidad y le tachan de poco dialogante; sus partidarios llenaron hace solo unos días la plaza del ayuntamiento, para manifestar su absoluto rechazo a la moción de censura promovida por el PSOE, prevista para el próximo 11 de marzo.

—Linares era una de las ciudades más castigadas de España por el desempleo. Y usted se ganaba la vida muy bien fuera de la política. ¿Por qué dio el paso al frente? Sabía que la tarea iba a ser de cualquier manera menos fácil.

—Más que dar el paso, me propusieron hacerlo y acepté. Maduré esa propuesta y pensé que mi experiencia con muchos años de trabajo y de contactos podría ayudar a mi ciudad desde la administración local. Me empujaron las ganas de mejorar la situación de Linares. Conocía perfectamente a lo que iba a enfrentarme, al menos en lo que se refería al presente económico y laboral. Desde la más profunda humildad le digo que creo que hemos contribuido a la mejora de Linares: la cesión de los activos del Parque Empresarial de Santana; la llegada de grandes empresas que apuestan por la formación y el talento local para incorporar a sus trabajadores; la modificación y exención de ordenanzas fiscales; el empuje, a través de inversiones, a los pequeños y medianos empresarios. Y no olvide que esto se ha hecho con una pandemia sanitaria, una paralización de la actividad económica y cierres perimetrales. ¿Cómo no voy a estar satisfecho, aunque quede mucho por hacer? Veo ilusión renovada en los linarenses, esa es la única respuesta que necesito.

—¿Impotencia, frustración? ¿Qué sentimientos bullen en su cabeza, ante la más que probable aprobación de la moción de censura?

—En lo personal ninguna de las dos, yo diría que tranquilidad. Cuando tienes la sensación de haberlo dado todo, de haber trabajado sin descanso, cuando los vecinos te abordan por la calle y te preguntan qué pueden hacer para parar esto, cuando recibes tantas muestras de apoyo, tengo la sensación del trabajo bien hecho, de haber conseguido proyectos para esta ciudad que habían sido ampliamente reclamados y sobre todo, de haber despertado de nuevo el optimismo en los ciudadanos. En lo político prefiero no contestar porque es un mundo que a día de hoy me sigue siendo ajeno y me sigue sorprendiendo. Me han llamado tecnócrata y gestor con menosprecio y me sigue pareciendo incomprensible. No puedo entender que existen personas que dicen entrar en política para trabajar por su pueblo, pero al final trabajan exclusivamente por y para sus intereses. Y, lo que es más grave, sin escuchar a los linarenses.

—Visto lo visto, ¿se arrepiente de la remodelación de gobierno que llevó a cabo el año pasado y que dejó fuera a Cilu, parte fundamental de esta moción?

—En absoluto, tomamos una decisión para mejorar el gobierno municipal. Los que incomprensiblemente decidieron dejar tirada a una ciudad fueron otros. Aquellos días llegaban malas noticias y me da la impresión de que algunos, en una actitud llena de cobardía, abandonaron el barco porque era lo cómodo. Le recuerdo el informe sobre nuestros Servicios Sociales, “desmembrados, caóticos, en Andalucía no se conoce una organización peor, hay que reactivar los equipos con personal nuevo, debieran tener bolsas de empleo para facilitar sustituciones, falta personal para gestionar programas”. Había que dar un giro, lo dimos y la prueba es que hoy día nos felicitan por el gran cambio. Aquello tenía unos responsables y lo que hicimos fue cambiarlos y ofrecerles otras áreas en las que pudieran desarrollar mejor sus competencias. No lo aceptaron y decidieron irse, abandonar a esta ciudad y a sus vecinos e instalarse en la comodidad del rencor.

—Y de los tres sueldos de alcalde, ¿se arrepiente?

—Supongo que sí, fue un error. Nunca pensé que fuera tan importante, pues el único perjudicado económicamente con aquella decisión era yo y no me importó en absoluto. A ello habría que sumar el no haber sabido frenar la maquinaria propagandística de la oposición que quiso debilitar el pacto de gobierno. Quizás debiéramos haber dedicado más tiempo a hablar de lo que gana el resto de la corporación, o lo que cobran por asistencias, o comparar unos con otros, o lo que se cobra en otras administraciones, pero entonces habríamos dejado de hacer nuestra obligación: trabajar por cambiar una situación muy compleja. Le recuerdo que hubo una reducción de sueldos al comienzo de la pandemia. Pero, a pesar del marketing efectista que dicen que llevamos por bandera, lo cierto es que, en materia de propaganda, otros no tienen rival.

—¿Su opinión sobre Cilu? Han pasado de ser artífices y parte de su gobierno a sus verdugos. Y con no pocas alusiones personales...

—Usted mismo responde a la pregunta: “Y con no pocas alusiones personales”. En el momento en que se utiliza un cargo público para resolver inquinas personales se pierde la razón y, principalmente, se pierde la confianza de la ciudadanía.

—Usted no viene ni vive de la política; con su paso al frente usted parecía poner al servicio de Linares su experiencia empresarial, en la Cámara de Comercio. ¿Sorprendido por las formas de la política real? ¿Se esperaba este lance?

—Como le dije antes, ni me considero ni me han considerado nunca un político al uso. No solo no vengo ni vivo de la política, es que me siento orgulloso de haber mantenido la independencia. También he de decir que nunca me han presionado desde Ciudadanos para cambiar esta circunstancia. Fue una decisión que tomó el partido y que llevó a cabo teniendo múltiples ejemplos de ello en el gobierno andaluz. Quizá alguien piense que esto puede suponer una desventaja pero realmente creo que me concede algún punto a favor. No me debo a nada ni a nadie, más allá de a los linarenses. Esta circunstancia me da la ventaja de poder hablar todos los días de tú a tú con representantes de todas las administraciones, sin guiarme por colores. Es verdad que esto ha incomodado a algunas personas que entienden la política de otro modo y a mí me ha dado algunos dolores de cabeza, pero, como le he dicho anteriormente, yo sólo he venido aquí a trabajar por Linares. Ahora bien, que haya encontrado cosas que no me hayan gustado no quiere decir que no valore la política. He tenido la fortuna de conocer y tratar a políticos “de cuna”, si me permite la expresión, que tienen los mismos motivos que yo para estar aquí: luchar por el desarrollo socioeconómico de su tierra. Y en cuanto al posible desenlace, imagino que me pregunta por la propuesta de moción de censura como “forma de política real”. Mi opinión es clara: no es política, es interés.

—Si los pronósticos se cumplen y el 11 de marzo ha de abandonar la Alcaldía, ¿qué proyectos deja a medias? ¿Y por qué razones, como vienen apuntando, se van a paralizar?

—Quien conoce una administración sabe que los plazos y las formas son los que son. Si en un ayuntamiento entra un nuevo equipo de Gobierno, cuente el tiempo que se tarda en hacer nombramientos, conformar comisiones, conocer los departamentos, empleados, ponerse al día, aprender de la forma de trabajar que se viene manteniendo, atender necesidades, finalizar procesos y otras cosas que conlleva una administración. Nunca hemos hablado de paralización por motivos políticos. Los empleados públicos van a seguir realizando su trabajo. Ahora bien, quienes sí han hablado de otros motivos para paralizar proyectos son otros. Si no les gusta la remodelación del campo municipal de Linarejos o la cesión de Santana, siembran la duda sobre su continuidad.

—Y justo cuando la Junta de Andalucía ha transferido los 6,4 millones de euros prometidos para la rehabilitación de Santana y los 9 millones previstos para el nuevo estadio de Linarejos. Pese a todo, los datos son los datos y no podemos negar que el paro sigue subiendo en nuestra ciudad y el goteo del cierre de franquicias —hacedor de gran parte de la frustración y del desánimo de la ciudadanía— no cesa. ¿Lo mejor estaba por venir? ¿Se queda con esa sensación?

—Usted me habla de frustración y desánimo de la ciudadanía, pero yo le digo que no es así. Hace un año sí, hoy no. La situación es diferente: donde había desánimo hay esperanza, no hay más que hablar con algún linarense para saber que algo está cambiando. ¿Queda mucho trabajo por delante? Por supuesto. ¿Se puede hacer más? Desde luego. Pero me niego a seguir dando una imagen de lamento, no voy a mantener más ese mantra de ciudad hundida porque no es real. Habla de goteo de cierre de franquicias en Linares, pero lo hacen en toda España por decisiones empresariales y por efectos de la pandemia y la venta online. Le recuerdo que han empezado a llegar otras nuevas. ¿Por qué no hablamos de todos aquellos que están abriendo tiendas en Linares? Bares, empresas... podemos hablar de 56 emprendedores que han solicitado ayudas para poner en marcha su negocio hace pocos meses; o de los más de 450 que fueron beneficiarios de una inversión extraordinaria. Ellos siguen apostando por Linares, ¿por qué no lo hacemos también usted y yo? El aumento del desempleo es generalizado a nivel nacional, desafortunadamente fruto de la pandemia. Pero Linares ha dado ya un paso adelante volviendo a cifras prepandemia. La senda de la recuperación tras dos años de crisis es larga, pero si algo tenemos los linarenses es que siempre luchamos. Y en este punto le insisto: no puedo más que felicitar a todos aquellos que siguen apostando por Linares. Y créanme, son muchos más que los que la tiran por tierra.

—Y dígame, ¿qué ha hecho mal? Porque, aunque no es costumbre en la clase política la autocrítica, ya hemos dicho que usted no es político. Así que venga, pruebas son amores...

—Pues seguro que habré hecho cosas mal, pero en una cosa me equivoqué desde el principio: dar por hecho que todos veníamos a este Ayuntamiento a trabajar por la ciudad y confiar en que el fondo de las personas siempre es bueno. No es así. Y seguramente habré cometido más errores, pero creo que son los ciudadanos quienes tienen que pronunciarse al respecto. Eso sucederá dentro de poco más de un año, aunque algunos quieran adelantar acontecimientos sin tener en cuenta el deseo y opinión de la mayoría.

—La moción de censura se produce a poco más de un año de la celebración de nuevas elecciones municipales, con las disputas internas del PSOE linarense concluidas por el momento. Hay quien dice que este movimiento llega de los despachos de Jaén y Sevilla, con una mirada más a largo plazo. ¿Cuál es su opinión al respecto?

—No me cansaré de decir que esta moción de censura es contra Linares. Está pensada para parar una ciudad. Nadie puede negar el innegable apoyo y progreso que estamos recibiendo en el último año, que es lo que reivindicábamos. Y eso, no tengo ninguna duda, no les gusta a aquellos que tienen aspiraciones de alzarse con un sillón en Linares y que vienen inducidos o consentidos, sin ningún tipo de duda, por sus superiores. Sus disputas para nada están concluidas y les da miedo enfrentarse al futuro. Quieren recuperar una plaza que, ahora sí, es próspera. Es sencillo llegar a un lugar donde la recuperación es un hecho palpable. Podrán hablar de parques, accesos o baños públicos, como dicen en su programa de gobierno, pero ya no engañan a los linarenses. Me da la impresión de que algunos tienen pánico a lo que digan los linarenses en mayo del año que viene.

—¿Acaba aquí su carrera política o todavía no ha cerrado la puerta a la posibilidad de presentarse a las próximas elecciones?

—No llegué al Ayuntamiento para ocupar un sillón o para cobrar por asistencias, vine para trabajar por mi ciudad desde la responsabilidad. Por eso he anunciado que, en caso de que prospere esta moción de censura, dejaré mi acta de concejal y volveré a mi puesto de trabajo. No puedo hablarle del futuro porque estoy luchando por el presente.

—¿Qué se lleva de esta experiencia, Raúl?

—Si alguna vez termina esta experiencia, le contestaré. El futuro está en nuestras manos y veremos qué es lo que acontece.

Linares