Una aventura para valientes

María Teresa Niño Morago, Mariate para los suyos, vio el mundo por primera vez en la capital del Santo Reino, que lleva en el corazón. Su espíritu inquieto y su empeño en explorar nuevos destinos la han llevado hasta Ámsterdam

10 nov 2019 / 12:25 H.

Aire fresco. La capital del Santo Reino alberga en su interior un tesoro sin igual, lo componen sus jóvenes, esas almas inquietas en cuyas manos recae el futuro, aunque a veces tenga que salir para tomar perspectiva. María Teresa Niño, conocida entre los suyos como Mariate, es un claro ejemplo de ello. Aunque su gran pasión es el piano, la profesión que ha elegido esta joven de 25 años, se define como una auténtica amante del mundo del arte, especialmente de la pintura, escritura y la fotografía. Hace un par de meses se dio cuenta de que necesita un cambio y acompañada de “un puñado de ganas e ilusión por descubrir un nuevo lugar y una nueva cultura”, partió rumbo a Ámsterdam. “La idea de salir de mi país fue más bien una vía de escape que necesitaba a nivel personal. Me encontraba bastante estancada y agobiada en Jaén, necesitaba reprogramarme y para ello lo mejor era tomar aire fresco y vivir nuevas aventuras”. Niño optó por vivir de un AuPair, en el que una familia ofrece comida y alojamiento a cambio del cuidado de sus hijos.

En la nueva patria tiene pensado estar nueve meses, para “exprimir al máximo la experiencia de estar en un país extranjero”, pero sabe que habrá billete de vuelta, pues “su mar de olivos”, que lleva en el alma guardado, es donde quiere tener su futuro. Mientras tanto, disfruta de los encantos que ofrece la capital de los Países Bajos y de “su nueva familia”. “La pareja con la que vivo actualmente es de Sevilla. Tienen un bebé de cuatro meses, Pablo, y una niña de tres años, Claudia. El hecho de que sean españoles ha sido un punto a favor, hacen que todo sea mucho más fácil y pueda sentirme como en casa. Mi trabajo consiste, de lunes a jueves, en llevar y recoger a la pequeña Claudia de la guardería y cuidar de Pablo durante la mañana. A las cinco de la tarde termina mi jornada laboral y ahí es cuando me embarco en la aventura de conocer la cuidad”, confiesa la jiennense, una joven cargada de energía y ganas de comerse el mundo.

Esta vitalidad la empuja a aprovechar cada momento, por ello, todos los días camina por la mañana junto a su ahijado Pablo con el lema “vámonos Pablete, a descubrir el mundo”, se deja empapar por el aire bohemio de la ciudad de las bicicletas, prueba la gastronomía, como las Stroopwafels (galletas típicas de Holanda que están rellenas de caramelo y hechas con dos especies de gofres redondos) y, por supuesto, disfruta de lo que más le gusta: galerías de arte y conciertos en vivo. Su momento favorito del día es cuando elige un banco en una de las múltiples zonas verdes de Ámsterdam y se para a observar a las gentes mientras respira el aire de una tierra que la ha acogido con los brazos abiertos, pues Mariate no merecía menos. Aunque su forma de ver la vida hace que nunca pierda la sonrisa, llegar con el petate a un país que poco tiene que ver con el de origen no fue sencillo. “Salir sola de casa, volar a un país extranjero, otro idioma, nuevos desafíos, costumbres y en definitiva comenzar una nueva vida desde cero, no es fácil”, confiesa. Especialmente porque echa mucho de menos a la familia y amigos, su piano y algunas tradiciones. “Son muchas las cosas que extraño, una de ellas son las distancias; vivir en una ciudad como Jaén donde todo es accesible y en poco tiempo puedes recorrerla andando es una gozada”, describe Niño. Tampoco se olvida de las tapas con una cervecita al sol y la comida de casa. “Ahora mismo desearía comer jamón”, confiesa. Entre lo positivo, Mariate destaca la posibilidad de descubrir novedosas culturas, enfrentarse desafíos en soledad, mejorar nivel de idiomas y conocer gente, por lo que a todos sus paisano que quieran mejorar su currículum los anima a “emprender una gran aventura como la suya”.

ni rastro de lagarto s

Ámsterdam. La ciudad tiene un clima moderado, bajo fuerte influencia del océano Atlántico al oeste y los vientos que proviene de él. Los inviernos suelen ser fríos, pero no extremos, aunque son muy frecuentes temperaturas bajo cero. No suele nevar más de 26 días al año. Los veranos son cálidos con temperaturas alrededor de los 22 grados Celsius, sin extremos, salvo alguna ola de calor.

Esta es la descripción del clima de la capital de los Países Bajos, aunque Mariate tiene otra definición: “En la ciudad hay muchos días lluviosos, el tiempo es muy inestable y en el mismo día se pueden dar todas las posibilidades, sol, lluvia, nubes o granizo, además la sensación térmica suele ser baja por la humedad.”. Esta situación hace que eche de menos el “sol del lagarto” al que tanto está acostumbrada, y sea una de las cosas que más ganas tiene de volver a sentir en Navidad, cuando regrese a casa.

singular costumbre

Cambiar de país significa tener que acostumbrarse a nuevas costumbres y tradiciones que pueden sonar algo extrañas al principio. “Algo que me impactó mucho de Ámsterdam, es que nadie tiene cortinas y siempre que salía a pasear me quedaba observando las casas, me sorprendía a la vez que me fascinaba, esa manera de ofrecer la intimidad a cualquier persona que pase por la calle, así, sin más. La razón de esto es que los holandeses no es que no valoren su intimidad, sino que prefieren una gota de luz como el oxígeno que respiran, ya que es uno de los países donde más del ochenta por ciento del tiempo el cielo se viste de gris, así que no pueden perderse ni un solo rayo de sol”, define Mariate. Al mismo tiempo, manifiesta que una de las cosas que más les sorprenden de los españoles es su “famosa e imprescindible” siesta.

un ejemplo a seguir para todos los jóvenes que sueñan con cumplir sus sueños
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Un mundo por descubrir. La joven de Jaén aprovecha cada instante libre para explorar rincones de la ciudad. “En mis días libre suelo viajar a los pueblos cercanos y así poder ir conociendo más a fondo Holanda, o irme al Conservatorio de Ámsterdam a estudiar”, describe la joven, que reconoce: “Tan solo ver sus infraestructuras, entrar y respirar el aire musical, te dan ganas de quedarte ahí a vivir para siempre”. Se trata de un edificio precioso con vistas a los canales y para Mariate, “es el mejor estímulo para inspirarse tocando tu instrumento”, y de ello sabe mucho, pues el piano es su mundo. En los días que amanecen lluviosos, lo que le gusta es escribir y pintar. “La ciudad me está pegando ese magnetismo artístico y de momento he pintado una lámina y otra va en camino”, reconoce. De esta forma define su estancia: “Toda esta aventura me ha hecho ver la vida como lo que es, algo impredecible, un instante del que hay que estar exprimiendo todas sus posibilidades. Ámsterdam es magia en vivo, es luz, agua, arte, es ese poema que queremos escupir”.

unión de los que un día decidieron se valiente
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Desde que aterrizara en la capital de los Países Bajos, Mariate ha conocido a otros jóvenes en su misma situación. Es el caso de Sonia, que al igual que la jiennense, es otra española que trabaja en la ciudad como AuPair. Juntas aprovechan sus ratos libres para descubrir nuevas zonas verdes que les encantan.

un trío con mucho ritmo y al compás
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Llevan la música en las venas. Estos tres jóvenes que sueñan con triunfar en la música, con sus instrumentos como aliado, se reunieron para visitar Visita a Zwolle, una ciudad del este de los Países Bajos. Junto a Mariate, pianista, en la imagen que acompaña este texto aparecen Álvaro y Eva, ambos violinistas,

quien busca termina por encontrar
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Vivir en Ámsterdan tiene una complicación, salir de cervezas es una afición “solo para ricos”, pues es bastante caro. En su visita a Zwolle, Mariate y su amigo Álvaro consiguieron, tras mucho insistir y buscar, adquirir algunas cervezas a precio económico para brindar por su querida y amada patria.

visitas que dejan una experiencia inolvidable
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Álvaro y Eva son músicos estudiantes de un máster de violín en la ciudad de Zwolle. Mariate, cuya pasión es la música y el mundo de las artes, aprovecha cada vez que tiene un hueco para visitar a sus amigos. Un encuentro en el que siempre está presente la querida tierra y algunas de sus costumbres.