El Derecho y la literatura en el Jaén islámico
Juan Martos Quesada y Ángel Custodio López y López protagonizan la segunda sesión del ciclo de conferencias sobre Abderramán II y la capitalidad de la ciudad

El ciclo de conferencias, organizado por la Universidad de Jaén (UJA), sobre Jaén en el periodo histórico de Al-Ándalus bajo el título “Abderramán II y la capitalidad de Jaén (825-2025), en el marco del 1.200 de esta condición que ostenta la capital del Santo Reino, celebró ayer su segunda jornada con una notoria presencia de público, en esta ocasión en el salón de grados Pascual Rivas de la Antigua Escuela de Magisterio. En esta ocasión se abordaron dos cuestiones muy dispares, al mismo tiempo que interesantes y con mucho dinamismo, especialmente por los conocimientos que mostraron ambos ponentes sobre sus respectivas materias y ámbitos de estudio.
Bajo la coordinación del profesor titular de Estudios Árabes e Islámicos de la UJA, Francisco Vidal, la primera conferencia corrió a cargo del doctor Juan Martos Quesada. Natural de Huelma, el profesor titular de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid desgranó de manera muy meticulosa, en primer lugar, cómo era la organización de la Justicia en la época andalusí, en primer lugar, para posteriormente describir a la figura del muftí. Esta persona, en aquella época y según Martos Quesada, era un cargo de gran relevancia social, “de ahí que sobre todo prodigaran en las grandes ciudades”.
Esta figura emergió después de que los jueces, como apuntó, llegaba un momento en que “no solamente podían saber sólo de derecho o religión, sino también de otras materias como aguas, herencias o repartos de tierras”.
Por ello, apareció el muftí, para asesorar al juez en todas aquellas materias que lo necesitara. Aunque, el doctor huelmense dejó una idea clara: “El muftí asesora, pero nunca juzga”.
En este aspecto, el profesor de Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Complutense de Madrid apuntó una enorme cantidad de muftíes ya que, cuando hizo su tesis doctoral, apuntó que habría cerca de 500, aunque “durante los últimos años se ha recopilado mucha más información y han aparecido muchos más, hasta el punto de que podemos hablar de unos 600 o más”. Según Martos Quesada, detalló que los municipios donde los muftíes, que como detalló se estimaron en “una treintena”, fueron Arjona, Cambil, Alcalá la Real y Córdoba, además de la ciudad jaenera.
Todos ellos destacaron por su alto nivel cultural y varios de los que mencionó fueron Ayyub b. Sulayman al-Ma’firi, caracterizado “por su alto conocimiento del Corán y se especializó en matemáticas y astronomía”; Qasim b. Shal, que “fue un experto en retórica y lengua y sus biógrafos lo describen como alguien inteligente”; Ahmad b. Jalid, que “vendía los jubones que hacía su madre para costearse los libros”; y Abu ‘Uthman Sa’id b. Ahmamad al-Yayyani, que después de aprender de su tío materno se trasladó a Granada, siendo “uno de los principales muftíes y notarios de la ciudad”. Jiennenses de enorme índole.
Una tierra que se caracterizó por ser cuna de grandes poetas y de tener una riqueza lírica sin parangón, aunque debido al paso del tiempo hay muchas obras y piezas que no llegaron a conservarse y que solamente trabajos de investigación pueden hacer que aparezcan algunos vestigios de aquellos años de esplendor en la Jaén de Abderramán II. Estas fueron algunas de las conclusiones que se alcanzaron durante la segunda y última ponencia de la jornada de ayer.
El doctor Ángel Custodio López y López, profesor también de Estudios Árabes e Islámicos del departamento de Filología por la Universidad de Cádiz, apuntó en primer lugar que el emplazamiento de Jaén tenía “algunas ventajas” que la hacían especialmente idónea para establecer en ella la residencia del gobernador de la cora o provincia situada en la cabecera del valle del Guadalquivir: “Esas ventajas eran tener aguas corrientes, ser fácil de defender y estar en el centro del territorio, equidistante de las tres ciudades episcopales de Mentesa (La Guardia), Tucci (Martos) y Biatia (Baeza), en las que los primeros musulmanes, que eran una minoría, no gustaban de vivir porque no se sentían cómodos en ellas, ya que estaban pobladas mayoritariamente por cristianos”. También remarcó la existencia de hasta siete grupos tribales.
López y López subrayó, como punto clave de esa riqueza literaria, el hecho de que las “preponderancia de población de estirpe árabe en Jaén” la lengua literaria, que “es la lengua del Corán”, fuera estudiada con “avidez” por renombrados gramáticos y lexicógrafos que alcanzaron fama en al-Ándalus y en Oriente.
En cuanto a los poetas, el profesor de Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad de Cádiz destacó, en primer lugar, a Abü Hasan Cali Ibn Musà, de quien apuntó que fue “uno de los grandes polígrafos de Al-Ándalus” y mencionó que “muchos lo atribuyen a Alcalá la Real”. Destacó su obra “La maravilla que adorna al Occidente”, la cual es una magna antología de la poesía de al-Andalus, en la que “se incluye un libro dedicado a los poetas del Reino de Jaén”. El segundo literato que mencionó fue Ibn Faray, natural de Jaén, que según detalló fue un autor de una famosa antología poética titulada “Libro de los Jardines, que dedicó al califa al-Hakam II”. Y el tercero que subrayó fue Amad Ibn Muhammad Al-Kinani. López y López también mencionó otros libros de bella factura y riqueza lírica que se escribieron de mano de otros poetas jiennenses a lo largo de los ochos siglos de Al-Ándalus en la Península Ibérica. Sin duda, una comparecencia que llevó a un dinámico debate sobre la enseñanza de la poesía árabe en los colegios.