El corazón de todos los jiennenses late al paso de la Señora

El pueblo se rinde ante la Virgen de la Capilla durante su procesión por la zona más céntrica

13 jun 2025 / 19:33 H.
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A su feria le dicen “chica”, pero su procesión es grande, mucho más cuando 2025 es Año Jubilar. Es un placer ver cómo se abren las puertas de la basílica de San Ildefonso y que los aledaños de su plaza estén a rebosar para el tradicional y deseado reencuentro con la Virgen de la Capilla en su día, cuando la ciudad se puebla de chirris y pastiras. Los aromas de siempre a la orilla del templo afloran como las nubes de primavera.

Un año más, el barrio de San Ildefonso se engalanó y, con él, toda la ciudad. Sus calles y rincones fueron escenario de una de las manifestaciones más profundas del sentir popular: la devoción. En las calles adyacentes al barrio se respiraba un ambiente de fervor que se prolongó hasta bien entrada la tarde, momento en que la imagen de la Virgen de la Capilla inició su recorrido procesional por algunas de las vías más emblemáticas del centro histórico.

Son las siete de la tarde y, dentro, se reza y se la mira a los ojos. Va coronada por patrona, por Alcaldesa Mayor y por Reina de la capital, una Virgen pequeñita que flota entre rosas blancas y un canasto plateado. Es la Señora de Jaén. Devoción, lágrimas y sonrisas. Es la Reina de San Ildefonso. Hermosa, con un Niño Jesús entre sus brazos, ve la patrona levantarse la cruz parroquial con manga, los ciriales, los pendones cofrades de Pasión y de Gloria...

A su salida, todo el pueblo jaenero llora, y ríe, y siente una alegría inmensa en el corazón. Un año más que la magia de la patrona deja a su paso una devoción infinita que ya va camino de seis siglos. Las calles próximas están llenas, al igual que los balcones de aquellos que tienen el honor de vivir en un barrio que emana historia en cada uno de sus rincones. Pequeños y mayores quieren estar presentes y acompañar a la Reina de San Ildefonso por su tradicional magna procesión que enciende el alma de todos.

Cada calle albergaba más devotos que la anterior. Todos querían formar parte de este día. La emoción fue inevitable para algunos de los presentes, que no pudieron contener las lágrimas. A su paso por Muñoz Garnica, un manto de pétalos la envolvió y, entre aplausos, los anderos la elevaron al cielo.

Al llegar a la plaza de Santa María, Jaén entera la esperaba. A izquierda y derecha, los fieles se levantaron de sus asientos a medida que la patrona avanzaba. La comitiva, cada vez más larga, se detuvo para contemplar una escena que, sin duda, representa la verdadera identidad y cultura de Jaén. Entre aplausos y vítores, fue dejando atrás el gran templo. En Bernabé Soriano ocurrió lo mismo. La esperaban y volvieron a envolverla entre pétalos como símbolo de devoción y fe infinita. Un año más, la Virgen de la Capilla, la patrona de los jiennenses, volvió a su templo embriagada del amor de todos sus fieles.

Jaén