Así vivieron los jiennenses el día grande de Santa Catalina de Alejandría
La ciudad celebra un día de convivencia y unión con la tradicional subida al Castillo y, después, una solemne eucaristía
La ciudad que fue conquistada por un sueño volvió a echarse a las calles para conmemorar a la protagonista de la leyenda. La historia cuenta que en plena Reconquista, el Rey Fernando III tuvo un sueño en el que, por intercesión divina, se le apareció Santa Catalina de Alejandría, ofreciéndole las llaves de la ciudad y proclamando la victoria. En la siguiente jornada el Rey Alhamar entregó la ciudad a los cristianos, quedando desde entonces la tradición y el culto hacia esta figura.
Y es que son casi 800 años de devoción que se reafirmaron este domingo con la subida de la patrona de la ciudad al Castillo que lleva su nombre. En un cortejo preparado con mimo por la Cofradía de Santa Catalina de Alejandría, la ciudadanía y administraciones locales se volcaron con la iconografía sacra que representa la capital del Santo Reino, acompañándola durante todo el recorrido, de unos cuatro kilómetros. Pasados escasos minutos de las nueve de la mañana, las puertas de la parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual rebosaban y aguardaban la salida de la santa egipcia, que lo hizo sobre los hombros de unos anderos que no vacilaron ni escatimaron en esfuerzos para pasear a la patrona en las siguientes horas.
Desde el barrio de San Felipe, la comitiva se dirigió al camarín de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, dejando una estampa por segundo año consecutivo en la que dos de las figuras más importantes del imaginario e idiosincrasia jiennense se encuentran en una fecha tan marcada y especial. Tras salir Santa Catalina del camarín en su visita a El Abuelo, continuó su ascensión a los cielos, buscando su casa y su espacio vital, aquel que prometió a Fernando III en ese sueño premonitorio.
Bajo un cielo soleado y temperaturas invernales, la patrona recorrió las angostas calles del casco antiguo de la ciudad, principalmente la calle Merced Alta, desembocando en la plaza de la Merced, donde la Asociación Vecinal “La Merced” ofreció un ramo a Santa Catalina. Tras este emotivo momento para el barrio, continuó la procesión hasta la carretera de circunvalación, lugar en el que la Tuna Universitaria del Distrito de Jaén rindió un sentido homenaje a la patrona. Seguidamente, el alcalde, Julio Millán protagonizó una levantada del trono antes de encaminarse por el camino “del Bigotes”. Esta es la segunda ocasión consecutiva en la que el cortejo discurre por este sendero más “primitivo” que atraviesa por mitad del campo las faldas del Castillo y la propia muralla. De esta manera, sobre las once de la mañana la comitiva se aventuró a caminar fuera del trazado urbano, dotando de autenticidad e historicidad este importante momento religioso.
Con fuerza y valor, los anderos portaron con seguridad a Santa Catalina entre las cuestas y el complejo terreno, lleno de desniveles y piedras, aunque no supuso problema para la misión de llevar a la patrona al Castillo. Pero si fue un reto para los cientos de personas que acompañaron la procesión, ya tuvieron que encontrar rutas paralelas debido a la cantidad de gente y lo angosto del camino. Asimismo, decenas de domingueros y senderistas, que se encontraban por la ruta, se sumaron al acompañamiento, llamados por la curiosidad del acontecimiento.
Llegados a la muralla, el gaitero del Castillo, Juan José Godoy, comenzó a entonar unas melodías que, alternándose con la Sociedad Filarmónica de Jaén —encargada de poner música a la procesión— llenaron de emotividad al trayecto. En la Fuente del Caño Quebrado se volvió al firme, encarando los momentos finales del camino. Kilómetro y medio separaba a la imagen del castillo en su honor, pero la mayor parte del esfuerzo ya estaba hecha, solo quedaba disfrutar de las vistas, del paraje y de este momento, que solo acontece una vez al año, por lo que la felicidad de los devotos era palpable en sus caras y en el propio ambiente.
Atravesando el área recreativa, llena de gente que aprovechó el domingo y la festividad para disfrutar en comunidad, ya se notaba el olor a sardinas, que retrotrae a los jiennenses a un sentimiento integral de pertenencia y amor a una tierra y costumbres. La entrada al Castillo era un clamor y Santa Catalina deslumbró con su presencia en el patio de armas, siendo bañada en pétalos y en la luz del sol otoñal de su onomástica, el 25 de noviembre. Una jornada que finalizó tras la eucaristía en su honor y que volvió a llenar de fe e identidad los corazones de todos los jiennenses.
Rafael Jaén Pulido, presidente de la Cofradía de Santa Catalina, ha dicho que es un día muy especial para la ciudad, y par reunirse con familia y amigos en el monte del Castillo celebrando a la patrona de Jaén. Asimismo, María del Carmen Montes del Árbol, hermana mayor de la Sagrada Lanzada, pone en valor que para Jaén, Santa Catalina, es otra patrona. “Tenemos la suerte de tener dos patronas aquí y es un orgullo tenerla presidiendo en las torres del Castillo”, agrega. “Es nuestra fiesta popular por antonomasia, donde podemos disfrutar de la naturaleza y es la patrona de la filosofía, que buena falta hace”, asevera Manuel Ruiz Torres. Por otro lado, Francisco Pérez Lavilla afirma que Santa Catalina se vive muy bien, buena comida, buena bebida y a pasar un día con los amigos. “Subimos todos los años a disfrutarlo”, añade. “Es una maravilla porque es una tradición en la que todo Jaén se vuelca, nos juntamos, nos vemos, no hay tantos móviles y hay más cara a cara”, afirma Reyes Moreno Verraquero.