Pueblos vaciados. Nuestra autoestima agrícola

12 ene 2020 / 13:44 H.

Cada vacaciones de Navidad, cuando el campo se cultivaba como un negocio familiar, siendo adolescente y estudiante, mi padre —pequeño agricultor de pueblo de Jaén— me llevaba a echar una mano en la recolección de aceituna, “la aceituna”, en trabajos menores: limpiando hojarasca y piedras en la criba manual instalada en la propia parcela, recogiendo a mano aceitunas del suelo, llevando y trayendo agua o útiles para los vareadores, de aquí para allá, o simplemente dejándome acicalar las lumbres que encendíamos con los restos del olivar para calentarnos de aquellos fríos invernales, como excusa consentida para aliviar la dureza de aquellos trabajos manuales de la época. Aquellos días de aceituna dejaron, en mí, una mácula indeleble de inquietud, comprensión, conocimientos directos del olivar, calor, mucho calor por “el alma” olivarera y... sabañones en las manos, por aquel frío gélido. Hoy, está absolutamente prohibido ningún trabajo en el campo para menores de 16 años, y a partir de esa edad, con su alta preceptiva en la Seguridad Social, por mucho hijo/hija o familiar que sea, e incluso las inspecciones laborales son, si cabe, más exigentes en la prevención de riesgos laborales con los menores de edad.

En aquellos tiempos, quién “no valía para los estudios” se le mandaba al campo, a la agricultura, sin apenas terminar la formación primaria de la escuela... sin módulos profesionales alternativos, y como si el campo fuese una maldición bíblica, un lugar de castigo para torpes, pobres, desheredados o inútiles para otras profesiones más dignas y mejor retribuidas. ¿Se ha revertido actualmente esta situación?, ¿cuántos hijos/as de olivareros, hoy día, se preparan adecuadamente para ser dignos sucesores de sus padres agricultores, profesionales preparados del olivar, en módulos específicos agrarios de escuelas e institutos, en universidades o al menos en cursos monográficos de Centros Agrarios de Formación del IFAPA andaluz?, ¿cómo transmitimos, en estos nuevos tiempos, el valor del olivar y la dignidad de los jóvenes que decidan dedicarse a la agricultura?

Esta permanente falta de autoestima a la profesión de agricultor no es lo único que le comprime y le hace desistir a nuestros jóvenes enrolarse en ella. El cultivo del olivar, y lo que ello conlleva de riesgo económico en años como éste, de bajos precios o escasez de cosecha; la falta de diversificación en otros cultivos alternativos al olivar: más frutales, tales como los cerezos; los nuevos cultivos muy adaptables a nuestra zona y más rentables, como el pistacho; o curiosos... como los interesantes cultivos de champiñon o trufas. Algo a lo que también se suma la escasez de créditos financieros a la agricultura, o también la falta de institutos cercanos, centros sanitarios, deficientes comunicaciones y transportes públicos e incluso la falta de centros sociales y lúdicos, hacen más difícil la vida en pequeñas poblaciones rurales, que sobreviven con escasas rentas agrícolas. Y es especialmente lamentable el abandono de los cultivos de minifundios de montaña —verdaderas bolsas de atraso económico y social— por sus mayores dificultades para su mecanización, y por tanto, con más costes de mano de obra y una menor rentabilidad. Suelen ser estas “tierras altas” destinadas a ser solo parques naturales y pulmón de oxígeno para las grandes concentraciones fabriles y urbanas, y también con escasa creación de empleo alternativo ganadero o medioambiental. Por nuestra parte, en lo que nos toca como agricultores, debemos salir de nuestra concha de tortuga, de nuestro ensimismamiento de monocultivo del olivar; esto ayudaría a una mejor rentabilidad, y por ello, también a nuestra propia estima colectiva, en esta digna opción de vida profesional.

A partir de la década de los años sesenta, se dio una fuerte salida de la población agrícola hacia el resto de sectores productivos, en detrimento del agrícola, suponiendo en aquel entonces un 40% de la población activa, y no siendo actualmente superior al 10%; unos 65.000 titulares de explotaciones en la provincia de Jaén, según el último Censo Agrario publicado de 2009, del Instituto Nacional de Estadística (INE), y apuntan a una reducción hasta el 6%, por debajo de la media de los otros países de la Unión Europea (UE). Esta salida masiva de agricultores mayores en el sector agrario, no se han compensado tampoco con la incorporación de jóvenes en el número deseable, pese a los “Programas de Ayuda a Jóvenes Agricultores”, implantado desde el año 1978 por la UE y la Comunidad Autónoma. En líneas generales, salvo la agricultura del litoral mediterráneo, las producciones agrícolas del interior continental andaluz decrecen en población demográfica, a la par que la renta agraria de la misma zona geográfica.

Además, el olivar —la cenicienta de la agricultura—, cultiva hoy malestar y escepticismo, después de algunos años de crecimiento económico y modernización industrial; en los últimos veinte años se pasó de una política autárquica a la liberalización de los mercados, de unos precios mínimos oficiales a precios sometidos a la oferta y la demanda, un cambio profundo en las reglas de juego del mercado en donde se impone las reglas de la competitividad, aunque sin dejar de ser los alimentos uno de los parámetros nacionales de Índices de Precios al Consumo (IPC), y por tanto, sometido a no subir excesivamente su precio, para contener la inflación anual del Estado. Los bajos precios del aceite de oliva son la guinda de esta tarta. Demasiados cambios para ser digeridos sin traumas. Las explicaciones oficiales no han sido suficientes para devolver la confianza a los olivareros, que se han afianzado en sus dudas. ¿Hacia dónde van las explotaciones agrícolas?; ¿qué tipo de explotación agrícola o ganadera es viable y con garantías de futuro?; ¿hasta cuándo van a durar las ayudas que la UE para compensar la renta de los agricultores y su cuantía?; ¿se invertirán las dinámicas de abandono del campo?; ¿vale, actualmente, la pena de invertir en olivar?, Ya no nos conformamos con el orgullo colectivo de ser el sector primario, la producción de alimentos, el principal sostén de la Humanidad. Debemos disfrutar con el trabajo en el campo, y dignificarlo, aumentando nuestra capacidad económica y nuestra autoestima —para nosotros y nuestros hijos/as— y de paso, conjurar la crisis. Para que esto sea posible, también, es preciso que convenzamos a los consumidores en convertirse en clientes exigentes, menos conformistas, dispuestos a pagar no solo por la publicidad de los productos alimentarios sino por su calidad; que exija garantías y no se entregue sólo a los bajos precios; e igualmente se lo exigimos a la gran distribución alimentaria. Aunque es difícil aconsejarle al saturado —publicitariamente— consumidor urbano que investigue sobre la calidad, origen y salubridad de los alimentos que consume, pero, sin embargo, le va la salud en ello, y para ello debemos también contribuir los agricultores en recuperar aquel origen, y trazabilidad, cuando los consumidores teníamos el paladar hecho a los sabores de temporada, cuando el tomate sepa a tomate, y nuestro Aceite de Oliva Virgen Extra a fruta fresca recién exprimida. consultoria.olivar@gmail.com

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*La Diputación de Jaén ha otorgado 203 ayudas dirigidas a fomentar la actividad ganadera y agraria alternativa al olivar. Esta convocatoria, que tiene como principal objetivo favorecer la diversificación agrícola, la generación de empleo y la mejora de las explotaciones agrícolas y ganaderas.(revista Olimerca 7-1-2020)

*Los aranceles de Trump expulsan al aceite de oliva y otros productos españoles de EEUU. Los olivareros españoles y los productores de cítricos denuncian que han sido borrados del mercado estadounidense en apenas tres meses. El sector olivarero prevé dejar de exportar en 2020 unas 150.000 toneladas de aceite (casi un 15% de sus exportaciones globales) como consecuencia de las nuevas tarifas comerciales. El vino español está sufriendo una caída en su facturación de hasta el 25% en Estados Unidos y las naranjas y las mandarinas han perdido prácticamente la totalidad de sus ventas en ese país,. (Voz Populi. 7-01-2020)

*El Oleoturismo. La Vía Verde del Aceite, en Jaén, recupera el recorrido del Tren del Aceite. La Vía Verde del Aceite, llamada así porque recupera el recorrido del antiguo Tren del Aceite que, hasta 1985, unía Jaén y Puente Genil, en Córdoba. Una infinita extensión cubierta de olivos, con los impresionantes viaductos metálicos de la escuela Eiffel del siglo XIX, son las señas de identidad de este recorrido que se prolonga 128 kilómetros. Está gestionado y promocionado por la Asociación Vía Verde del Aceite constituida por los 14 municipios que atraviesa. (Cinco Dias. 4-01-2020)

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Mariposa nocturna, de la familia de los Satúrnidosxxxxxas de pino laricio y resinero.

Categoría d Protección en España y Andalucía: Protección especial.