Una carrera “interestelar”

Rubén López es un joven de Martos que vive desde hace dos años en Bremen, Alemania, donde trabaja como ingeniero de ensayos virtuales basados en la física y que quiere dejar el nombre de su tierra en lo “más alto”

18 ago 2019 / 12:06 H.

Nació y se crió a los pies de la Peña marteña, con los valores y el orgullo de pertenecer a una tierra rica y próspera, de la que un día decidió partir en busca de un sueño. Rubén López Parras tiene 24 primaveras y las ha sabido aprovechar al máximo. Al cumplir la mayoría de edad dejó su hogar para comenzar sus estudios, de Ingeniería Aeroespacial, en la capital española, donde vivió durante cinco años. Cumplida la formación profesional sus metas lo llevaron hasta Alemania, concretamente a Bremen, donde reside desde hace dos años.

Como otros tantos jóvenes de la provincia verde el motivo de su partida fue laboral. “Todo surgió por la oportunidad que me ofrecieron de seguir trabajando en Airbus, empresa de la que formo parte en la actualidad. Por entonces tenía 22 años, ya había terminado la carrera y llevaba un año en la empresa, lo vi como una oportunidad inmejorable para seguir creciendo a nivel profesional, de esas que posiblemente pasan solo una vez en la vida, un tren que no podía dejar y aquí estoy”, relata este joven luchador.

Rubén López llegó a Bremen con la intención de triunfar y dejar el nombre de su tierra en lo más alto, por ello, desde un principio llegó con ganas de quedarse y desarrollar su prometedora carrera, aunque no todo ha sido fácil, el marteño ha experimentado en primera persona lo difícil que es tener que hacer el petate en busca de fortuna y dejar las raíces atrás, más en su caso, pues no conocía a nadie y se trasladó a Alemania completamente solo. Una vez superado el proceso de adaptación, que reconoce fue “sorprendentemente fácil” en lo relacionado con el idioma, las costumbres y la gente, su principal objetivo es “aprender lo máximo posible”. “Trabajo en Airbus, la mayor empresa europea de diseño y fabricación de aviones civiles y militares y productos espaciales. Mi labor es la de “Engineer for physics-based Virtual Test”, que en español sería ingeniero de ensayos virtuales basados en la física. Además, en el poco tiempo libre que me queda, estudio un máster en Ingeniería Espacial en la universidad de Bremen y, por supuesto, aún sigo aprendiendo alemán”, relata López.

Es un joven aplicado, responsable y que sabe sacarle partido a la gran oportunidad que hace dos años le ofrecieron y, al mismo tiempo, se ha rodeado de buenos amigos en estos años, aunque reconoce que hay situaciones a las que “nunca se adaptará”. “El principal desafío es el tiempo. Aquí en invierno anochece a las tres de la tarde y pasan las semanas sin ver un rayo de sol y el verano apenas dura dos semanas. Es algo especialmente duro si vienes de España, pero sobre todo en Andalucía donde lo del sol se lleva en la sangre y, sin duda, es algo que afecta al estado anímico de las personas”, reconoce el jiennense. También ha habido momentos para la diversión. “Una de las cosas más graciosas que me han pasado es hacer una kohlfahrt, que suele ser ir paseando con un carro lleno de cerveza por toda la ciudad, me parece un muy buen plan para hacer con amigos o compañeros de trabajo. El objetivo final es comer todos juntos el “grünkohl”, plato muy típico del norte de Alemania”, cuenta.

Por su parte, lo más “duro” es estar lejos de casa, de la familia, los amigos y de “su chica”. Sin embargo, hay algo que tiene muy claro: “Venir a Alemania es una de las mejores decisiones que he tomado en la vida. Por supuesto, siempre existe el miedo al qué pasará, si todo saldrá bien, si vale la pena dejar tantas cosas, pero en mi caso todo ha ido mejor incluso de lo esperado y aunque algún día vuelva a España, quiero dejar el nombre de todos los jiennenses bien alto por estas tierras”, algo de lo que no hay ninguna duda.

Lo mejor y lo peor

“Para mí lo mejor de dejar España es lo que se crece personalmente, pues te ves obligado a salir de la zona de confort. Por ejemplo, cada vez que vuelvo a Jaén y hablo con gente que nunca ha tenido la oportunidad de salir fuera noto como si yo hubiera vivido mucho más en el mismo periodo de tiempo”, confiesa el marteño cuando se refiere a lo más positivo de dejar su pueblo natal, a la vez que resalta “la cantidad de cosas nuevas que se pueden aprender en el camino”.

Por otra parte, en cuanto al lado negativo: “Creo que es el hecho de que no todo sea igual que en tu propio país y, por tanto, eches de menos costumbres y cosas relacionadas con España. Es imposible no echar de menos algo con lo que has nacido y crecido y que de repente te das cuenta de que ya no está y esas cosas suelen ser, por ejemplo, las personas con las que has compartido los mejores momentos de tu vida”.

Una vida intensa

“Durante la semana siempre estoy bastante ocupado. Compaginando el trabajo y el máster, suelo ir directamente del trabajo a la universidad y de allí a casa. A veces es bastante agotador, pero espero terminar estos estudios el año que viene y así tener un poco más de tiempo libre para mí”, describe Rubén López.

Sin embargo, también encuentra tiempo para disfrutar con los amigos. “Los fines de semana siempre trato de sacar un hueco y salir con mis amigos a comer, cenar o tomar algo. Bremen es una ciudad con mucha gente joven y universitarios y los fines de semana sueles encontrar bastantes opciones para pasarlo bien. Eso sí, el salir aquí es hacerlo sobre 20:00 porque no suele quedar nadie más allá de las 5:00 (ya se sabe que en España es bastante frecuente el llegar a casa ya desayunado)”, cuenta entre risas.

Con el hogar siempre presente por muchos kilómetros que se cuelen de por medio
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Con la meta puesta en casa. El joven Rubén López es un enamorado de su tierra a pesar de vivir desde hace años lejos de ella. Es por ello que le encantaría regresar algún día, aunque sabe que para ello aún queda mucho tiempo. “Lamentablemente, España no es actualmente el mejor país para los jóvenes ingenieros ya que la situación económica lo limita bastante. Sin embargo, desde mi punto de vista, Alemania es justo lo contrario, creo que puedo crecer mucho profesionalmente”, asegura. Un luchador, un gran profesional bastante ambicioso que siempre quiere más y que tiene claro que luchará hasta conseguirlo. “En el caso de Jaén, en concreto, volver es algo que veo mucho más difícil, ya que no hay nada relacionado con el sector aeroespacial. Sabía que era algo a lo que me enfrentaba desde que decidí a lo que me quería dedicar. Podría trabajar allí como ingeniero en otra cosa, pero ahora mismo, la pasión por este sector pesa más que el deseo de volver a Jaén, aunque siempre lo tenga presente”, sentencia López.

Visitas que dan energía y ganas de luchar
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Rubén López tiene la suerte de triunfar, en la actualidad, en lo que siempre soñó, aunque sea lejos de casa. Sin embargo, visitas como la de su pareja Mayalen y su cuñada Paula a Bremen, son clave para que el joven de Martos renueve fuerzas y energía a la vez que sienta el calor de los que más le quieren.

Un equipo en cualquier lugar del mundo
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Para cualquier padre o madre ver a su hijo cumplir un sueño es la mejor satisfacción. Por ello, Amador y Manoli no dudan en coger el primer avión que pueden para viajar desde su querido Martos hasta Bremen, donde les espera el mejor de sus proyectos. Así, Rubén, sabe que siempre estarán a su lado.

Un “ratito” de diversión más que merecido
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A pesar de llevar una intensa vida en Alemania, Rubén López ha creado una pequeña familia de amigos en Bremen. En la fotografía que acompaña este texto aparece con uno de ellos, Álvaro, en el estadio del Werder Bremen una de esas noches que quedan para el recuerdo de los jóvenes.

Compañeros de viaje y grandes aventuras
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Otro de los mejores momentos para el marteño es, sin duda, cuando lo visitan su hermana Sara, su hermano Jesús y su cuñado Rubén, quienes posan junto a la figura de trota músicos de Bremen. Una noche en la que el frío se queda a un lado cuando percibes el calor de tus seres queridos.