Las aceitunas de la suerte. ¡Regalad Aove en Navidad!

29 dic 2019 / 11:34 H.

La creencia popular afirma que las doce uvas “de la suerte” comenzaron a tomarse de manera masiva en España en la Nochevieja de 1909. Un excedente de la cosecha de este fruto en Alicante hizo que las productoras intentaran incrementar sus ventas con una innovadora campaña de Navidad que las relacionaba con estas fechas y con la buena suerte. La variedad de uva blanca Aledo se convirtió en sinónimo de Nochevieja y se popularizó su venta en paquetes de doce ya preparados para consumir el último día del año.

Sin embargo, existen registros y pruebas documentales de que esta costumbre ya se practicaba previamente, por lo que es muy probable que el excedente de 1909 solo sirviera para extender la tradición, no para crearla. La aparición de esta práctica se sitúa en la década de 1880 y aparece en Madrid como una acción satírica y de protesta. Por aquel entonces, la alta burguesía copió la costumbre francesa de hacer fiestas privadas en Navidades en las que se bebía champán y se utilizaban uvas como acompañamiento. Los chulapos madrileños, el pueblo llano, a los que se les había arrebatado su divertimento navideño, decidieron aprovechar que aún estaba permitido reunirse en la Puerta del Sol para escuchar las campanadas del reloj en Nochevieja y empezaron a comer uvas —un producto barato para la época— como burla de la costumbre aristócrata y en señal de protesta contra las restricciones del Ayuntamiento de la época. No obstante, hay periódicos de 1882 que ya recogen las primeras menciones de esta tradición y, en 1884, algunos la califican de “imperecedera costumbre”, aunque el consumo de las doce uvas mantuvo su carácter incorrecto y burlesco durante años, y acabaría por normalizarse y extenderse al resto del país, y después a Latinoamérica, con el paso del tiempo.

Tradicionalmente, la uva es un fruto que se suele asociar con símbolos positivos como la hermandad, la unión, la alegría y el placer —desde la mitología griega del dios Baco— o la espiritualidad. En la actualidad, la tradición marca que se coloquen doce uvas delante de cada comensal para simbolizar los doce meses del año; cada uva comida tras la correspondiente campanada de media noche significará buena suerte en el correspondiente mes del Año Nuevo.

¿Por qué uvas y no aceitunas?. Los olivareros no somos tan listos y comerciales, como los alicantinos, de reputada tradición mercantil fenicia, y desde luego no hemos sabido colocar como símbolo de suerte nuestras singulares aceitunas de cornezuelo, y ni siquiera las manzanillas sin hueso. Debemos ser , los jaeneros, tradicionalmente torpes en esto del marketing, a pesar de que a los múltiples beneficios que, para la salud, conlleva el consumo del aceite de oliva se suman los valores nutritivos y saludables de la aceituna de mesa: contenido en grasa saludable; contenido bajo en hidratos de carbono; contenido bajo que contiene todos los aminoácidos esenciales; fuente de fibra dietética —adecuada para el buen funcionamiento digestivo y prevención de cáncer de colon—; vitaminas ricas A y E —compuestos importantes en los mecanismos de protección antioxidante del organismo humano—; minerales de sodio —recomendado para personas que realizan ejercicio físico—, calcio —contenido semejante al que presenta la leche—, hierro y magnesio —evita formación de cálculos renales y favorece la acción de glándulas, enzimas y glóbulos blancos—, y fuente destacada de polifenoles. A todos ellos, últimamente se suman ahora nuevos que las aceitunas verdes de mesa fermentadas al estilo natural son una fuente potencial de bacterias probióticas, es decir, de aquellas que son beneficiosas para la salud del consumidor. “Uno de los elementos más interesantes del proyecto es que estas bacterias probióticas son de origen vegetal, ni humano ni lácteo, por lo que tienen capacidades para resistir a condiciones adversas tales como la acidez del estómago o la bilis... Este tipo de aceituna, además de sus aspectos nutricionales como fuente de vitaminas, de ácidos grasos monisaturados y de sales minerales, tiene un gran potencial probiótico porque degradan la lactosa, los azúcares complejos y, como hemos comprobado, son activas contra bacterias patógenas. Este hecho le da un valor añadido a la aceituna de mesa en los ámbitos nacional e internacional”, indicó la responsable de la investigación, Hikmate Abriouel, profesora del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén (UJA), del grupo de investigación de Microbiología de los Alimentos y del Medio Ambiente, en la presentación en Expoliva 2017. En 2019, un grupo de investigadores jiennenses identificaron también bacterias presentes en la aceituna de mesa que limitan la absorción de metales tóxicos durante la digestión.

Sin perjuicio de los valores dietéticos de las uvas de mesa y de sus derivados, los vinos, cavas y otras fermentaciones vínicas, y tampoco de sus ingeniosas operaciones de marketing, no sólo han convertido las doce uvas de Nochevieja en un éxito de consumo inapelable, sino también en conseguir que los cavas y otros espumosos hayan logrado reinstalarse en el consumo multitudinario en nuestras casas en estas fechas, junto a mariscos, asados de pescados o carnes, mantecados y todo tipo de dulces. Mientras tanto, nuestro aceite de oliva —no ya las ricas aceitunas de mesa, compitiendo burdamente, y en broma, con las doce uvas de la Nochevieja— sí que puede competir nuestro saludable Aceite de Oliva Virgen Extra (Aove), que previene las enfermedades cardiovasculares, retrasa nuestro humano estrés oxidativo y envejecimiento, protección frente a determinados cáncer, y puede inhibir la aparición de la osteoporosis —disminución de masa ósea—, la prevención del deterioro cognitivo —demencia— y otras capacidades inmunadoras que se descubren cada día, que han divulgado los científicos Grande Covián, Mataix y otros investigadores.

Aparte, tiene un exquisito valor nutritivo, capaz de transmitir a cualquier alimento cocinado o condimentado con aceite de oliva sabores y sensaciones extraordinarias, tanto en la cocina diaria como en la alta cocina. Se trata de un conjunto, pues, de atributos y calidades nutricionales y terapéuticas. Además, según los datos de la Fundación del Olivar, cada vez existe mayor diferencia de precio en función de la calidad. Hace falta, pues, recuperar la cultura extraordinaria del aceite de oliva —aumentando nuestra autoestima colectiva— especialmente la del Aceite de Oliva Virgen Extra, en todas sus varietales, envasados, presentaciones y atributos positivos. Comencemos por regalar un Aove a nuestros amigos y amigas, familia, clientes... en Navidad. Pongamos en nuestra mesa una selección de cosecha temprana, una varietal curiosa, con un envasado de perfume, y unas notas de verdes/oro en nuestro mesa de Fin del Año, y no olvidemos en el aperitivo a las aceitunas de mesa —con aliño al gusto— junto a las doce uvas “de la suerte” de cada mes del Año Nuevo, para conjurar penalidades pasadas y abrir esperanza a consumos masivos, y reconocimientos colectivos de nuestra cultura del olivar y el aceite de oliva, alimento excepcional. Si empezamos a multiplicarnos con algo así, cada uva comida tras la correspondiente campanada de media noche significará buena suerte en el correspondiente mes del Nuevo Año.

consultoria.olivar@gmail.com

Notas del escultor
Damián Rodríguez Callejón
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Jaén 1913-1982. De vocación artística temprana. Estudió Artes en Jaén con el escultor Victoriano Chicote, y después en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla. Profesor de Escultura en la Escuela de Bellas Artes de Jaén. Trabajó una extensa obra, en terracota y bronce, también realizó grandes monumentos, como “El Lagarto” del barrio de La Magdalena, en Jaén. Primer Premio del certamen nacional de escultura “Jacinto Higueras”. El relieve que reproducimos, en bello estilo neoclásico, es una alegoría de la recolección de la aceituna, en donde intervienen personajes reales y mitológicos. Realizado en yeso, con la idea —nunca consumada— de pasarlo a piedra, realizado en 1972; medidas 40 por 53 centímetros. Actualmente en la colección de la familia.