Y tú, ¿te consideras feminista?

Se trata de un movimiento social que pretende cambiar el mundo y hacer realidad una reivindicación por la que las mujeres llevan siglos luchando, una igualdad real con respecto a sus compañeros

08 mar 2020 / 10:11 H.

Ellas, simplemente ellas. Una mesa, varios cafés y por delante un dilema de difícil solución, ¿qué piensan las mujeres jiennenses? Evidentemente muchas cosas, para ello representan la mitad del Santo Reino, motivo por el que hay que complicar un poco más la situación y plantear la cuestión de otra forma: ¿Qué piensan sobre ellas mismas y su papel en el mundo?, ¿sobre su colectivo?, ¿sobre su situación con respecto a sus compañeros de vida? En definitiva, que se les pasa por la mente cuando se pronuncia esa palabra irritable aún en algunos ámbitos, sobre feminismo.

Según la RAE es, este término hace referencia a un principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. En su consideración de movimiento social, el feminismo se divide en lo que se conoce como olas. En cada una de ellas las mujeres cuestionaron la concepción de la sociedad que las trataba de forma diferente a los hombres. Ellas, mediante su lucha, que a veces incluso les costó la vida, consiguieron que el resto pudieran votar, conducir o divorciarse, aunque no en todos los países se han conseguido aún estos retos. El feminismo cuenta con su propia historia que algunos relacionan con algo ya pasado, pero que sigue siendo objeto de polémica entre quienes creen que ya está todo hecho y aquellas que están hartas de ser ciudadanas de segunda. Precisamente esta controversia es la que reúne al grupo de mujeres alrededor de una mesa que puede ser ficticia, o no, pero que parece necesaria para debatir la posición en la que se encuentra la provincia con respecto a la igualdad. En ella se sientan mujeres de todas las edades, algunas prefieren no dar sus nombres, “no señalarse”, mientras que a otras no les importa. Cada una cuenta con su propia historia personal, desarrollada en algún punto de este Santo Reino, e incluso en algunos casos parte de sus vidas han transcurrido fuera de las fronteras jiennenses.

De una u otra forma, parece que el trabajo de las generaciones pasadas ha “calado” y todas ellas afirman ser feministas, desde las que tienen el pelo completamente blanco como las que se encuentran en plena pubertad, defendiendo que se trata de una lucha por la igualdad, nada de creerse por encima de nadie, pero tampoco por debajo. Sin embargo, cada una cuenta con sus propias razones. Las más mayores responden a nombres tan variados como Ana, Encarnación, María o Manuela y sus razonamientos son sobrecogedores. “Tenía una tía que fue mujer maltratada siempre, todo el mundo lo sabía, pero nadie hacía nada porque por entonces se decía eso de con la cuchara que cojas vas a tener que comer, aun no comprendo cómo las mujeres podían vivir así”, relata Ana María, ahora con cerca de setenta. En esta línea se desarrolla la experiencia de las más mayores, pues cada una de ellas ha conocido la injusticia sobre su colectivo. A pesar de ello, confiesan que ellas mismas fueron criadas desde el machismo, pues a algunas la palabra patriarcado ni les suena. No tuvieron las mismas oportunidades que sus hermanos, fueron relegadas a la cocina o las labores domésticas y sus madres les enseñaron a “cuidar de los hijos y el marido”. Hay que recordar que hasta 1972, las mujeres menores de 25 años necesitaban contar con el permiso paterno si deseaban independizarse. Otro ejemplo es que en 1981 se reintrodujo la figura del divorcio. Unos años antes, a partir de 1978, el adulterio dejó de estar penado. Las condenas, por otra parte, no eran iguales para las dos partes de la pareja. En el caso de la mujer, cualquier adulterio se penaba con prisión de seis meses y un día a seis años. También necesitaban permiso para poder trabajar o heredar. El testigo lo toman sus hijas, mujeres que tienen entre cuarenta y cincuenta años y que en su mayoría trabajan y cuentan con una formación mucho más amplia que la de sus madres. También coinciden en considerarse feministas, más activas que las anteriores y por motivos diferentes. “Hay trabajos en los que me han rechazado por ser mujer, especialmente en el campo”, confiesa una de ellas, por nombre Carmen, a lo que otra añade que las labores domésticas siguen siendo especialmente para ellas, asegurando que han escuchado muchas veces eso de “yo ayudo a mi mujer”. Según los datos más recientes del Informe de Trabajo en la provincia de Jaén, se manifiesta una marcada separación entre ambos sexos respecto al volumen de contratos, ya que sólo tres de cada diez se conciertan con mujeres. Mientras que para los hombres el mayor número de “fichajes” está presente en el tramo de 35 a 44 años de edad, para las mujeres lo está en el de 25 a 34 años. Sí que se acercan más en el tramo de menor volumen de contratos a partir de los 55 años.

Saltamos ahora otro par de generaciones y volvemos a notar cambios, hasta en los nombres. Estefanía, Aurora o Andrea son mujeres de entre 30 y 40 años que no tienen duda, son feminista. Tienen dos razones de peso para serlo, la primera es que la mayoría tiene hijos, y también hijas pequeñas, para los que quieren una sociedad justa e igualitaria, en la que no haya diferencias por el sexo. Además, muchas han tenido que sufrir en primera persona las consecuencias del patriarcado, con carreras profesionales que se han visto truncadas por el deseo de formar una familia. No se trata de una percepción de estas mujeres, los datos las avalan. Una encuesta realizada por Adecco muestra el porcentaje de mujeres que tienen problemas para conciliar la vida laboral y profesional es de más del 81%. Además, el 95% de las solicitudes de reducción de jornada por maternidad o paternidad son de mujeres. Por no hablar de los famosos techos de cristal, que muestra que en la provincia las mujeres cobran 2.297 euros menos que el hombre, por lo que existe una brecha salarial del 17% en la provincia, según los datos del sindicato UGT conocidos hace tan solo unos días.

Aún hay más, la generación más joven, aquellas que deben tomar el relevo, que son futuro, pero también presente. Lorena, Marina, Clara, Lucía o Celia lo tienen más que claro, son feministas y nadie les hará cambiar de idea. Además, son activas, no quieren renunciar a sus sueños, quedarse a mitad de camino o repetir la historia de sus abuelas, creen que el futuro pasa por ser ellas las protagonistas sin necesidad de quitar espacios a los chicos. “Nadie nos puede decir cómo vestir, a qué hora volver a casa y no queremos hacerlo con miedo”, confiesan en grupo, porque aseguran que siempre que salen se escriben un mensaje de confirmación, “por si acaso”. Están muy concienciadas con el tema de la violencia, también la sexual, pues siguen de cerca los casos más conocidos y aseguran “no entender” cómo es posible que la sociedad consienta las cifras de cada año. Se refieren a las catorce mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año, junto con las más de mil desde que empezaron a contabilizarse en 2003. Así, acogen con preocupación las últimas cifras publicadas sobre su generación. “La juventud española es cada vez más feminista, pero lo son más las chicas que los chicos, entre los cuales crecen, además, los comportamientos machistas”, según los resultados del Barómetro Juventud y Género 2019. Identidades y representaciones en una realidad compleja. Además, se están empezando a normalizar actitudes machistas como controlar el móvil.

De esta forma, todas coinciden en que, por su trayectoria profesional y personal, Jaén es una provincia con multitud de comportamientos machistas, “como lo son el resto de territorios de España”. Motivo por el que muchas aseguraron que tenían la intención de participar en la manifestación prevista para la jornada de hoy en la que se celebra el Día de la Mujer, para gritarle al mundo que “son feministas” y no pararán hasta ser tratadas con igualdad.

Una ley con la cual “solo sí significa sí”
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El anteproyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual castigará con la pena de prisión de 1 a 4 años cualquier comportamiento sexual “que atente contra la

libertad sexual de otra persona sin su consentimiento”, e incluye como delito leve el denominado “acoso callejero”. Las condenas por violaciones irán de 4 a 10 años, aunque

se podrán elevar a 12 si concurre una circunstancia agravante y a 15 si concurren dos o más. Así se recoge en el anteproyecto de ley que ha recibido luz verde del Consejo de

Ministros y que elimina la diferencia entre abuso y agresión. El texto pone en el centro de los delitos sexuales el consentimiento de la víctima para que no sea necesaria la existencia de violencia o intimidación para que sea considerado una

agresión. “Se entenderá que no existe consentimiento cuando la víctima no haya manifestado libremente por actos exteriores concluyentes e inequívocos, conforme a las circunstancias concurrentes, su voluntad expresa de participar en el acto”.