Un ocaso repleto de luz

La iniciativa Adopta a un Abuelo, que llegó a Jaén en el año 2017, ha conseguido la especial unión de la sabiduría y experiencia de los mayores con la ilusión y la inocencia de las nuevas generaciones

28 jul 2019 / 13:08 H.

El nexo entre la sabiduría y la inocencia. Unas manos encalladas o incluso deformadas, mechones color plata donde un día hubo un brillo intenso en una mata poblada, fuerzas que ya no acompañan como antaño y una achaque aquí o por allá. Son las señales que deja el tiempo, marcas de guerra de aquellos que un día labraron la provincia verde, la hicieron brillar, de los que sembraron la prosperidad a base de esfuerzo y sacrificio. También son mujeres que bordaron, con sus propias manos, el futuro de generaciones, que aguantaron los inconvenientes de otras épocas, que criaron a hombres y mujeres libres. Ahora, que se enfrentan al ocaso de sus días, algunos tienen que hacerlo con una desafortunada compañera, por nombre, soledad.

La provincia jiennense cuenta, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), con la población más envejecida de toda Andalucía, con un índice de envejecimiento que mantiene a la tierra de los olivos como los datos más elevados desde hace una década y cuyas cifras alcanzaron el pasado año un 122,53%. Por debajo se sitúan Córdoba, con 118,20%, y Granada, con 106,29%. La zona con un índice de envejecimiento más bajo es Almería, que presenta un 81,50%, seguida por el resto de provincias de la región. Muchas de estas personas necesitan cuidados especiales por lo que optan por pasar sus últimos años en una residencia. Según el Observatorio Social de las Personas Mayores, realizado por CCOO, la provincia cuenta con 3.063 plazas en residencias privadas y 1.666 ofertas en las públicas. Allí, sus trabajadores los miman y cuidan para que no les falte de nada, para recompensar el gran legado que dejan y el esfuerzo que durante décadas realizaron sin pedir nada a cambio. Sin embargo, muchos de ellos, los que apenas reciben visitas semanales, necesitan algo más, el calor que da un abrazo del que siente afecto, el cariño de unos ojos que miran con admiración, una silla y un rato de conversación, son los abuelos que no tienen familia o están lejos de ella.

Ahora bien, no todo está perdido. Hace ya años, se creó una iniciativa que ha cambiado la vida de algunos mayores jienneses, Adopta a un Abuelo. Se trata de una idea de contacto y compañía entre generaciones que desde su nacimiento como ONG en octubre de 2014, no ha hecho más que extender su acción y con ella la compañía y aprendizaje intergeneracional que, actualmente, tiene presencia en la capital, aunque no descarta llegar a otros puntos de la provincia. Surgió cuando Alberto Cabales, su fundador, iba a visitar a su abuelo en una residencia de Ciudad Real y allí había otra personas mayor, amigo de su abuelo, por nombre Bernardo, le decía que le encantaría tener un nieto así, por lo que Cabales decidió adoptar a Bernardo y se le ocurrió que quizás otros jóvenes quisieran hacer lo mismo, por lo que se decidió a fundar la organización. Adopta un Abuelo ha recibido varios premios nacionales e internacionales en innovación social y tiene ya más de 4500 solicitudes en lista de 12 países. En España participan 500 jóvenes que acompañan a 250 personas mayores, lo que se traduce en 15.000 horas de compañía en 27 residencias repartidas por toda España.

Así se crea la campaña, que en 2017 llegaría a Jaén. Consiste en que una pareja de voluntarios visita a una persona mayor durante una hora y media a la semana. “Nuestro objetivo es acompañar a mayores que se encuentran solos o que no reciben visitas porque no tengan muchos familiares”, reconoce Irene García, embajadora de Adopta un Abuelo en la provincia.

Para ello, llevan a cabo un proceso de selección en el que a analizan a los participantes con una serie de preguntas y le asignan a un “abuelo adoptivo”. Para seleccionar a los grandes protagonistas de la historia más reciente de la tierra se dejan asesorar por las asistentas sociales que trabajan con ellos y que les indican quienes son los que más necesitan ese apoyo moral y la compañía de unos corazones jóvenes con ganas de aprender. Desde que comenzara esta aventura han pasado por ella, en un periodo comprendido entre septiembre de 2017 y junio de 2019, un total de 38 voluntarios, se han adoptado a 23 mayores y se han compartido 745 horas de compañía.

Dentro de los voluntarios que deciden dar un paso al frente y acabar con la falta de compañía que siempre va unida a la tristeza de quienes la sufren, suelen tener un perfil predominante. “La mayoría de participantes según nuestros estudios, responde a una chica que ronda los veinte o veinte y pocos años y universitaria, aunque también tenemos chicos jóvenes, pero actualmente predominan las mujeres voluntarias”, asegura García. La iniciativa ha sido tan bien recibida que tienen incluso lista de espera de posibles voluntarios que aguardan para ofrecer su cariño y respeto a “su futuro abuelo” y esperan aumentar el número de centros el año que viene.

La residencia con la que trabajan es la Inmaculada de Jaén, situada en la plaza Deán Mazas de la capital, donde se les da compañía a doce luchadores entre 24 voluntarios. Allí, varios residentes esperan cada semana, nerviosos, la llegada de sus adorables nietos, así como la aventura que viven durante una hora y media que, en ocasiones, les parece insuficiente. Cuando, puntuales, llegan esas almas llenas de vida y alegría, comienza el juego. A veces, toca partida de dominó, en otras un paseo y un café, un rato de conversación y diferentes talleres en los que todos participan para demostrar que lo nuevo es mejor si se nutre de la experiencia que otorgan los años. Además, los acompañan en el caso de tener que visitar a un especialista o realizar los “típicos mandados”. Entre las anécdotas que quedarán para el recuerdo, destaca la de Antonia, una de las “abuelitas” que llevaba décadas sin ver las luces de Navidad y que este año, acompañada de sus nuevos nietos, pudo disfrutar del alumbrado de la Catedral con un resultado que sembró ternura, alegría y lágrimas entre los tres “familiares”.

Porque no solo se ven reconfortados los integrantes de la tercera edad, en la otra cara de la moneda están los jóvenes que se dejan nutrir por los que más saben. “Buscamos un vínculo entre personas mayores y jóvenes porque, en muchas ocasiones, parece que a las nuevas generaciones no les interesan las historias de los mayores y con este proyecto queremos demostrar que no es así y que puede existir una relación muy bonita entre generaciones”, sentencia la responsable provincial. Tanto es así que algunos voluntarios están aprendiendo a coser gracias al talento de una de las señoras mayores adoptadas que les enseña lo que para ella fue esencial durante toda su vida y que provoca más de una carcajada entre los aprendices a dicha tarea.

Quien quiera participar solo tiene que entrar en sus redes sociales y página web e interesarse por la campaña y, rápidamente, se les ofrecerá la orientación necesaria para formar parte de lo que se ha convertido “en una gran familia” capaz de combatir contra la tristeza de la mejor manera posible, con amor, respeto y cariño, porque el nexo entre la experiencia y la inocencia que incluye una corta edad, puede tener un resultado sumamente maravilloso.

Un amor que marca vidas y se hace eterno
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Amor, esa bella palabra que se cuela hasta lo más profundo del alma y que, en ocasiones, ya nunca se va. De hecho, es tan fuerte que traspasa las fotografías, como en este caso. En la imagen aparecen Irene y Elena, embajadores de Adopta a un Abuelo y junto a ellas, portando una sonrisa que no necesita palabras está José, el que ha sido su abuelo, maestro y mejor compañero en este último año. José falleció recientemente dejando un hueco en el interior de estas dos jóvenes, en la residencia, en todos aquellos que lo conocieron. Pero, a cambio, deja su sonrisa, su recuerdo, su legado. Una y mil historias que compartió con dos jóvenes a las que ha cambiado, enseñado, aportado felicidad, la misma que reflejaba en esta fotografía, la prueba de que el amor está en el cariño sincero, en una mirada, en un apoyo que se cuida y mima día a día. Los tres conformaron un equipo que nunca se romperá porque Irene y Elena siempre llevarán a su abuelo José en el alma. Por él y por todos los abuelos de Jaén, a los que tanto hay que agradecer.