Los ángeles de los fogones

La Navidad, una de las mejores fechas del año para muchos, sin embargo, no huele realmente a Pascua hasta que las monjas del convento de San Antonio en Baeza, comienzan a hornear sus dulces

24 nov 2019 / 12:26 H.

Son capaces de elevar a cualquiera a la “mismísima gloria” con tan solo un pequeño bocado de sus exquisitas composiciones. Las nueve religiosas que habitan en el convento de San Antonio de la ciudad de Baeza se afanan cada año para llevar a los hogares de la provincia y a todos aquellos que así lo deseen, sus típicos dulces navideños. Una labor a la que le dedican la mayor de las dedicaciones pues supone su única fuente de ingresos anuales y, la Navidad, su mejor oportunidad para poder recoger fondos con los que sustentarse el resto de meses.

“El trabajo es mucho más intenso cuando se aproximan las fechas navideñas porque tenemos muchos encargos por lo que incluso cambiamos el horario de la comunidad y se establece una especie de jornada laboral”, manifiesta sor Elena, una de las encantadoras monjas que dan vida a los dulces que llenan las mesas de los hogares de La Loma y el resto del Santo Reino y aportan un encanto especial a los festejos. La temporada se inaugura el día 1 de noviembre y hay años que incluso se alarga tras las fiestas navideñas, hasta finales de enero aproximadamente, dependiendo de la demanda que tengan las religiosas. “Intentamos que nuestros dulces lleguen a todos los que quieran probarlos y disfrutar de ellos”, declara la hermana. Para conseguir que todo esté organizado se reparten el trabajo, aunque todas colaboran con la confitura y aportan un poquito de su talento. “Nos levantamos sobre las seis y media de la madrugada y tenemos una media hora para prepararnos. Sobre las siete comenzamos con las oraciones de la mañana y la meditación. A las ocho y media tomamos el desayuno. Una hora más tarde tenemos el rezo del rosario, seguido de la eucarística, a las diez. Cuando se terminan todas las actividades diarias es cuando comienza la jornada laboral oficial de elaboración de los dulces”, detalla la religiosa.

Una vez que están horneados, sí que se dividen entre las que empaquetan los dulces y las que los envuelven, justo antes de que dejen el convento para llegar a las despensas de los jiennenses y de otros muchos lugares, pues las monjas tienen constancia de que sus productos han llegado a viajar a ciudades como Barcelona, especialmente en Navidad. En lo referente a la temporada, las monjas se muestran “positivas” con respecto a las ventas, que esperan que vayan a más a medida que avance el mes de diciembre. Para distribuir los pasteles, basta con pasarse por el convento, en la calle Acera de la Trinidad y pedir aquellos que más gusten a través del tradicional torno del convento, en horario de ocho a dos del mediodía, que se mantiene el resto del año. Asimismo, cuentan con sus propios ángeles que las ayudan para que sus productos lleguen al máximo público posible, gracias a lo que ellas denominan como “gente de buena voluntad”. “Contamos con el apoyo de miembros de la Hermanada de las Ánimas que nos trasladan los dulces por varios lugares, además de Baeza, y nos ayudan a venderlos, especialmente desde el 6 de diciembre hasta el 6 de enero”, describe sor Elena. Por otro lado, desde esta cofradía instalan un belén para que los baezanos vayan a visitarlo y, aprovechando este lugar, dedican un espacio para los dulces de las religiosas, a los que pocos son capaces de resistirse. Asimismo, los “pecados con azúcar” de estas religiosas “se cuelan” en otras muchas iniciativas que se desarrollan en la ciudad, como cuando se descubrió una placa que otorga el nombre de José Luis García-Lomas a parte de las dependencias de la sede de la Asociación Musical Ciudad de Baeza. Durante el acto de reconocimiento, se vendieron los sabrosos dulces elaborados por las monjas del cenobio.

Sobre cuáles son esos encantadoras elaboraciones, hay que destacar que cuentan con un catálogo bastante amplio, con más de una decena de posibilidades entre las que elegir: tejas de almendras, pastas finas, rosco de buen paladar, de chocolate, de vino, pastas de té, tocinitos de cielo, yemas, palmeras de chocolate y sin chocolate, pestiños, magdalenas, empanadillas de cabello de ángel, entre algunos más. Todas ellas, y quien ya ha tenido la suerte de probarlas puede confirmarlo, son un regalo para el corazón que termina por alimentar hasta el alma, pues las religiosas ponen todo su amor y empeño en que cada elaboración y eso, se nota a cada mordisco. ¿El secreto de sus recetas?, sor Elena lo comparte, entre risas, pero de forma contundente: “No puede faltar una buena harina, manteca de cerdo y, por supuesto, aceite de oliva, el mejor del mundo”.

Aunque todos merecen la pena, en estas fechas los más demandados suelen ser los mismos, año tras año: las yemas, los pestiños, las tejas y las empanadillas de cabello de ángel, pues se suelen asociar más con las festividades navideñas. El resto de meses, el producto más demandado, especialmente cuando aprieta el calor en la ciudad de los campos de Machado, son los tocinitos de cielo. En las épocas más “flojas”, en las que los pasteles no tienen tanta presencia, las religiosas centran sus esfuerzos en estos productos con un destino muy original, convertirse en regalos de boda, comunión o incluso bautizos, lo que seguro que será más que agradecido por parte de los invitados. “Es una forma de conseguir ingresos en los momentos en los que no tenemos tantos pedidos”, remarca la monja. Especialmente, hacen referencia al verano, como el momento “en el que notan bastante el descenso”. También lo complementan con algunas otras labores, como la creación de artículos elaborados a mano, entre los que están los tradicionales “pañitos”, aunque solo sobre los encargos que llegan y en menor medida que en el caso de los dulces.

Mientras tanto, la vida en el convento, que cuidan y miman estas nueve religiosas, pasa con tranquilidad y rutina aunque muchas guardan un intenso deseo, el de ser muchas más. “Ojala fuéramos una congregación de más de veinte, estaríamos encantadas, siempre serán bienvenidas y tenemos las puertas abiertas de nuestro convento”, asevera. En lo personal, sor Elena, que lleva una década dando vida al convento de San Antonio de Baeza, es una de las elegidas para seguir los senderos de Dios, pero también para endulzar la vida de los jienneses. Su paso por la provincia la define “como un regalo”: “Estoy muy contenta, me gusta mucho estar aquí y mi entrega sigue intacta”. Como ella, otras muchas más hermanas se encargan, desde la mayor de las humildades, de hacer la vida de los demás un poco más dulce, con unas manos más propias de “santas”.

La historia contada a través de playmobil
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Es toda una sensación en la ciudad de Baeza. La hermandad de la Ánimas organiza, cada año, una belén en el que se cuenta cada una de las escenas de la Biblia en referencia al nacimiento de Jesús, pero no se trata de un montaje al uso. Desde el propio niño hasta los ángeles, son muñecos de playmobil, instalados en la calle San Pablo de la ciudad baezana para el disfrute de vecinos y visitantes. Está disponible desde el 6 de diciembre hasta pasada la festividad de los Reyes Magos, el 6 de enero. En el mismo lugar donde se encuentra el belén, se destina un espacio en el que se instalan las distintas variedades de dulces de las religiosas, para que los más golosos se lleven algún que otro delicioso artículo. Una iniciativa con la que se intentan ayudar a las religiosas, pues todo lo recaudado va destinado a la mejora del convento. Hay que recordar que la venta de estos productos supone la única fuente de ingresos para las hermanas del convento de San Antonio de Baeza.