Cocido de garbanzos

31 ene 2016 / 10:25 H.

Algunos autores aseguran que cuando el hombre adquirió conocimientos de alfarería, puso el recipiente con agua e intentó ablandar, cociendo, las carnes de caza que tanto le costaba conseguir. El cocido es un plato muy completo, ya que tiene todos los ingredientes necesarios para una dieta adecuada, si tenemos en cuenta que era la comida de gente que hacía mucho más ejercicio físico del que se hace ahora. Se comía, principalmente, en invierno para añadir calor al cuerpo. Según la región, encontramos diversas variedades. En casa, se sirve una sopa como entrante con el caldo del cocido acompañado con trozos de pan del día anterior. En cambio, mi suegra sirve la sopa con fideos o arroz. De segundo, el resto del cocido. Mi madre solía echar de más y, otro día, el plato era cocido mareado. Consistía en freír bastantes ajos en rodajas y mezclar el resto del cocido, que se machacaba con el mazo del mortero.

Elaboración

INGREDIENTES.

500 gramos de garbanzos, 1 muslo de pollo o gallina, 1 trozo de tocino ibérico, 1 trozo de costillas carnosas, 2 patatas medianas, 250 gramos de judías verdes, 1 trozo de hueso blanco o jamón, morcilla (opcional), col o berza (opcional) y 1 zanahoria.

PREPARACIÓN.

Echar en remojo los garbanzos, la noche antes, en abundante agua fría y sal gorda. Al día siguiente, escurrir e introducir en una olla con abundante agua fría. Poner a hervir. Lavar e incorporar el muslo, el tocino, las costillas, las judías verdes (con las hebras quitadas y partidas), el hueso, la col y la zanahoria (pelada y a trozos). Cocer durante dos horas a fuego medio-lento. Cuando empiece a hervir, espumar dos o tres veces. Con ayuda de una paleta, quitar la grasa que flota. A mitad de cocción, añadir las patatas peladas y cortadas en trozos grandes.

En casa de mi abuela había una versión de cocido de verano que mi padre disfrutaba mucho. Un poco antes de terminar la cocción, Mama Lola introducía un tomate bien maduro con un corte en forma de estrella en el culo. Lo dejaba hasta que estuviera bien cocido. En un mortero, machacaba un diente de ajo junto con el tomate ya pelado. Lo vertía otra vez a la olla y lo dejaba hervir unos minutos. Personalmente, cuando lo hago en casa, vuelven a mí recuerdos maravillosos de mi niñez mientras comía cocido frente al calor de la chimenea.