La tierra esteparia del esparto
Sierra Mágina con “O Vos Omnes”, de Tomás Luis de Victoria

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Campo abierto, suelo ingrato hijo de la caliza o de la sal. Calor inmisericorde en verano y frío que pela en invierno. Clima árido, mediterráneo, continentalizado, precisan los textos versados. Territorio estepario, ibérico, casi sin agua bendita. Deben habitarlo especies duras y gente recia. Por la piel de Mágina se extiende el bosque, salvo esta dentellada del lobo estepario que deja una cicatriz colonizada por matas de esparto y pinos repobladores de nuevo cuño con poco porte. Crecen lo que pueden.
No le queda otra. Su nombre es revelador: stipa tenacissima. No se entiende la vida en estos márgenes de la geografía jiennense sin la tenacidad de esta planta flexible y resistente, de tallos filiformes que se enmarañan para protegerse de la sequía crónica y exprimen lo indecible la genética de una tierra que sin ella sería estéril. Tenacissima la voluntad de la gente del lugar para revertir esta ingratitud: escoltan a los moños de hojas largas y verdosas, primas de la enea, pinos y otras especies de repoblación. Se buscan la vida, se adaptan y mantienen un halo de esperanza para no mutar en desierto.
La fortaleza, habilidad y talento de sus gentes aprovechó la virtud de la stipa, de sol a sol, jornal a jornal, sin desmayo: cestos, esteras, soplillos, cuerdas, serones, espuertas, alpargatas... Mágina, además de mágica, es artesana.