El escribano del Alto Guadalquivir
Relieves casi pelados en sus sierras y olivos en bancales, con “El canto de los pájaros”

VÍDEO
Los geólogos las llaman bads-lands, tierras malas. Margas blancas del Mioceno inferior que contienen grandes bloques de areniscas arrasadas por la erosión. La obra enciclopédica ‘Jaén, pueblos y ciudades’, editada por Diario JAÉN a finales del siglo pasado, describe un territorio de barrancos con pendientes elevadas, compuesto por materiales terciarios y cuaternarios inclinados hace 11.000 años hacia el norte. Los ríos, después del movimiento tectónico, pasaron a desembocar al Guadalquivir a través del Guadiana Menor tras descender, bruscamente, casi mil metros. Zona de dominio del Alto Guadalquivir, relieves casi pelados en sus sierras y olivos en bancales.
Ribera en el entorno del valle del Guadiana Menor, donde anida un pajarillo singular, el triguero, clasificado por el gran Carl Nilsson Linneo como Emberiza calandra, en 1758. Se alimenta de semillas silvestres e insectos y cría entre abril y julio en un nido a ras de suelo, pequeño cuenco enhebrado, donde suelen poner entre tres y cinco huevos. El nido está vacío, perfectamente conservado y acomodado en un ribazo de hierbas protegido por una asparagus horridus, especie de esparraguera gris de tallo duro que alza unos veinticinco centímetos. Intentamos escuchar, sin éxito, al escribano de esta estepa semiárida, cuyo canto es complicado traducir en una onomatopeya: chirr, chirrirrr, chirrirrr..., metálico, repetitivo y breve.