María del Carmen González: “Mi hija es la que me ha dado la vida”

La autora jiennense narra una infancia atípica para su edad, que refleja en su libro “El eco de mis pasos”

09 ago 2025 / 08:00 H.
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LA ENTREVISTA

“El eco de mis pasos” es una novela autobiográfica de María del Carmen González González, que constituye no solo el testimonio de una mujer que sufrió en silencio la violencia machista, sino también un retrato profundo del mundo rural andaluz de la posguerra hasta el presente. La autora, natural de la Sierra Sur de Jaén, narra en primera persona una vida marcada por la miseria, el abandono emocional, el maltrato y, finalmente, la esperanza de reconstrucción personal. Desde las primeras páginas la obra muestra a una niña criada entre cortijos aislados, sin agua potable, ni electricidad, donde las jornadas de trabajo comenzaban al alba y el pan se amasaba con esfuerzo colectivo. Lo esencial escaseaba: apenas había comida en casa y los zapatos se heredaban entre hermanos. Esta miseria se extendía a lo emocional. Su padre, autoritario y frío, imponía silencio con la mirada. Nunca le dedicó una palabra de afecto a su hija.

—¿Cómo fue el entorno en el que usted se crió y que moldeó su forma de entender el trabajo?

— La verdad es que mi infancia fue un poco dura porque, como ya explico en el libro, me crié un poco aislada del mundo.

—¿Vivió una infancia en la que los abrazos estaban ausentes. ¿Cuándo tomó conciencia de que eso no era lo normal para una niña de su edad?

—Yo, con cinco años, no tenía nada en comparación con los niños de mi época. Lo normal era tener luz, agua, frigorífico, televisión... Yo no tenía nada de eso, ni siquiera un pozo del que poder sacar agua. Tenía que ir a un manantial para conseguirla. Era vivir completamente desincronizada de la sociedad, era vivir en un submundo. Fue cuando empecé a salir a casa de mi cuñada, de mis primas, a lo de mi abuela —que era con la persona que más estaba y a la que le contaba mi día a día—, cuando me di cuenta de que realmente existía otro mundo. Eso fue cuando yo tenía entre 12 y 15 años.

—Usted habla de reconciliarse con la niña que fue y de construir un vínculo con su hija. ¿Cómo vivió la infancia de su hija?

—En el momento en que nació mi niña, me dio la vida. Ella fue quien, cuando a veces pensaba en quitarme del medio, me sostenía para no hacerlo, porque pensaba que para ella sería una desgracia si yo me iba. A pesar de las agresiones de su padre, ella ha estado siempre conmigo, ha sido quien me ha empujado hacia adelante. Me decía: “Tengo que vivir por ella”. Si no, a lo mejor hoy no estaría aquí.

—¿Si tuviera que dejar una frase a alguna mujer que esté pasando por lo mismo que usted pasó, ¿qué le diría?

—Le diría que luche, que no se deje llevar nunca por el “qué dirán”, que lo primero sea ser una misma. Que no diga: “No puedo porque estoy cansada”. Hay que intentar siempre buscar algo. Con lo más pequeño se puede llegar a lo más grande.

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