Dos voces eternas de Bedmar

La poeta Socorro Mármol y el artista Antonio Suárez protagonizan un libro

13 jul 2025 / 07:00 H.
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El coronel no tiene quien le escriba, pero Socorro Mármol y Antonio Suárez sí, dos seres humanos como los que traza García Márquez, de esos que “no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez”.

Y de tantos partos nacieron los dos y ahora nace Dos creadores bedmarenses: Socorro Mármol Brís y Antonio Suárez Chamorro, un libro del cronista oficial de Bedmar, José Manuel Troyano Viedma, alguien con buen oído, fina capacidad memorística y mejor pluma, pues quién si no alguien de estas características sería capaz de retratar en 392 páginas la vida, obra, milagros y, en definitiva, el alma, de dos personas que exigen escribir la palabra artista con letras mayúsculas.

El acto de presentación de la obra, Homenaje a una poetisa y a un pintor bedmarenses, o bedmareños, y ante la duda panciverdes, se celebró en el Centro Cultural García Lorca con una asistencia notable. En él, además de Socorro Mármol, Antonio Suárez y el cronista, participó Javier Brís Morillas, ingeniero de Minas y autor del prólogo del libro, que ejerció como presentador de los protagonistas.

Estuvieron presentes el alcalde, Enrique Carreras, y el presidente de la Diputación Provincial de Jaén, Francisco Reyes, además de escritores de renombre, en este caso escritoras, como Montse Rayo, amigos todos de dos creadores, cada uno en su ámbito, que quedan ligados para siempre a Bedmar por la fe que da la tradición escrita.

El preámbulo, como en el libro, fue cosa de Javier Brís, primo de Socorro y familia —o amigo a secas— de Antonio. Eso, como lo de los gentilicios, tampoco quedó claro.

De ella, leyó la transcripción de alguien que la conoce muy bien, pero de quien no desveló el nombre. “Es una mujer inteligente, independiente y liberal... ¿lo apruebas?”, le preguntó antes de continuar, a lo que Socorro le advirtió: “Siempre y cuando no cuentes lo del sargento”. Allí no se habló de más coronel ni de más sargento, solo de una “niña traviesa”, a pesar de su severa rutina de estudio, piscina, cocina y costura que cada verano marcaba sus vacaciones en Bedmar, y de cómo la vida, y ella misma, moldearon la mujer que es hoy.

“Ella jugaba al balón y una chancla se le cayó al pozo. Ni corta ni perezosa, le dice a la niñera que se va a meter en la cubeta y que con la garrucha la baje. Dicho y hecho. Cuando llega al fondo, se baja de la cubeta y empieza a nadar en busca de la chancla”. Como esas, mil y una anécdotas, aunque suene exagerado, que compila el cronista en una obra que hilvana el perfil de una mujer con multitud de calificativos, pero siempre indómita.

Igual con el poliédrico Antonio Suárez, un “artista autodidacta con fuerte vocación social y educativa”, destaca el autor del libro, que incide en la educativa. Réquiem en fa mayor por la mujer maltratada, en Nueva York, una exposición retrospectiva en Quesada, son dos eslabones de una cadena innumerable. En definitiva, infinidad de historias que confluyen en una sola, que es la de Bedmar y sus gentes.

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