Diana Moral publica su primera obra “Páginas del Silencio”
Años de emociones y madurez prematura plasmados en un viaje poético, que transita desde la melancolía hasta la esperanza
LA ENTREVISTA
Con tan solo 17 años, Diana Moral encontró en la poesía una forma de comunicarse con el mundo y consigo misma. Su pasión por las letras nació cuando era niña, pero fue en la adolescencia cuando comprendió que escribir versos era su verdadera vocación. “Páginas del Silencio” recoge años de emociones y madurez prematura, un viaje poético que transita desde la melancolía hasta la esperanza. En sus poemas, transforma el silencio en palabras que invitan al lector a reconocerse en cada sentimiento compartido, reflejándose con ellos y compartiendo su proceso.
—¿Desde cuándo se dio cuenta de que quería ser escritora?
—Desde hace muy poco. Diría que a los 16 años, y ahora tengo 17. Aunque desde los 8 años ya mostraba interés, fue a los 15 cuando descubrí que lo mío era la poesía. La poesía es, básicamente, mi manera de hablar conmigo misma y con los demás, aunque no sea con la voz. Por eso me gustaba tanto: me permitía expresar todo aquello que en persona no me atrevía a decir.
—¿Cómo fue el proceso de publicar su primer poemario?
—La verdad es que estaba muy nerviosa, pero recibí mucho apoyo desde el principio, en concreto, de la editorial Talón de Aquiles. Fue el primer empujón que necesitaba para poder sacar adelante el poemario. Desde el primer momento me dijeron que esto tenía futuro y que debía seguir escribiendo.
—¿Cómo describiría su estilo poético desde el origen?
—La verdad es que ha evolucionado mucho. Mi poemario abarca desde los 8 años hasta mi edad actual. Al principio era más triste, melancólico y reflexivo, fruto de haber abierto los ojos muy temprano. Pero con el paso del tiempo, los poemas se vuelven más animados, con ganas de descubrir el mundo.
—¿Hay algún significado simbólico detrás del título de su publicación, “Páginas del Silencio”?
—Lo titulé “Páginas del Silencio” porque es justamente eso: páginas nacidas del silencio que guardé durante años en mi propio mundo.
—¿Qué sintió al tener el libro por primera vez entre sus manos?
—Al principio sentía que no lo merecía, que no valía la pena. Pero mi madre fue quien me recordó poco a poco que todo el esfuerzo sí valía la pena. Cuando por fin tuve el libro en mis manos, pensé: “Vaya, sí que he logrado algo importante”.
—¿Qué emociones o experiencias cree que podrán reflejarse en los lectores?
—Espero que las personas puedan reconocerse entre sí a través de la emoción. Básicamente, mis poemarios son espejos: quiero que la gente se vea reflejada y sepa que hay otras personas que sienten lo mismo, aunque no sepan expresarlo. Que lean mis versos y piensen: “Hay más gente que ha pasado por lo que yo he vivido”. Gente que se ha sentido sola, y que al leerme descubra que no lo está tanto.