Cosme Moreno se sumerge en las historias de niños de los años 50, 60 y 70

“Los niños de la emigración” es un viaje al pasado para conocer más a aquellos jóvenes que emigraban con sus familias a diversas recogidas temporeras en el sur de Francia

13 nov 2025 / 09:08 H.
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LA ENTREVISTA

Cosme Moreno Bonilla, natural de Torredonjimeno, ha sido funcionario del Ministerio de Hacienda y de la Agencia Tributaria Estatal. Es licenciado en Derecho por la UNED. Entre sus aficiones más importantes está la escritura, y ha escrito 12 libros, tres de ellos compartidos, siendo el más importante “Conversaciones con mi hijo”. “Los niños de la emigración” es su último trabajo literario en el que retrocede y se sumerge en las historias de niños que, en los años 50, 60 y 70 emigraban con sus familias a diversas recogidas temporeras en el sur de Francia, según informa Ana Lechuga.

—¿Puede hacer una pequeña introducción a su libro?

—El libro habla de la emigración temporera en los años 50, 60, 70 para la recolección de la fruta, la vendimia, el guisante, el tabaco, pero lo he centrado en mayor medida en la recogida de la “habicholilla”, que duraba 3 o 4 meses en el Departamento 47, a unos 230 kilómetros de la frontera con Francia entrando por Irún, en la Aquitania francesa. Los niños de la emigración es un libro en el que han participado 52 personas que cuentan su experiencia, al igual que yo; una obra que me ha llenado muchísimo, porque son historias que emocionan. Pensar que éramos chiquillos, yo mismo empecé a los 9 años a emigrar, hasta que hice la mili. Después hice mis oposiciones y ya no tuve que volver más. Pero las historias de este libro son conmovedoras.

—¿Cómo eran esos viajes?

—Al principio viajaban los padres sólo, pero como era mucho tiempo de ausencia y era muy penoso, acabamos por irnos toda la familia a trabajar considerando esa posibilidad una vez que habíamos dejado la niñez más temprana. A partir de los 60, las familias empezaron a ir se juntas a trabajar temporadas de 5, 6 o 7 meses.

—¿Qué anécdotas y vivencias recogen esas historias?

—El trabajo era duro; pero si leen el libro, podrán ver que los niños que pasaron por esa experiencia lo recuerdan con alegría. El hecho de haber ido de niño, aunque hayamos trabajado muy duro con 11, 12, 13 años, hace que se vea de otra manera. También es cierto que fuimos bien tratados por los patronos, por lo que yo siempre digo, por estas familias que vienen ahora a nuestro país, que deberíamos acordarnos de que nosotros también emigramos y pedíamos que nos trataran con consideración y con respeto.

—¿Qué mensaje encierra su libro para el que lo lee?

—Un pueblo de emigrantes como Torredonjimeno debe tener memoria, porque si no la tiene, estoy seguro de que hemos fracasado. Tenemos que tener presentes nuestros orígenes, y gracias al esfuerzo que hemos hecho desde que empezamos a emigrar, nuestros padres y nosotros, hemos sido personas responsables y trabajadoras, y nuestros hijos han podido ir a la universidad.

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