29 ene 2018 / 08:55 H.

Libertad, según la RAE, es la facultad que tiene un hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos, pero por todos es sabido que esta palabra significa mucho más. Ansias de deseo, de conquistar lo prohibido, de amar y de dar rienda suelta a la pasión son solo algunas de las acepciones que se podrían sumar a esta ansiada palabra. Y si a ello se le une un retroceso en el tiempo hasta la época del “señorito y el cortijo andaluz”, las ganas de conquistar esa libertad, en muchos casos restringida, se multiplican. Este viaje se sitúa en un pueblo al sur de España, con varias mujeres como protagonistas, seis de ellas de luto y negro riguroso tras la pérdida del patriarca de la familia y una sirvienta cansada de aguantar los problemas de los demás. Cinco de ellas son jóvenes, con sueños y muchas ganas de vivir pero atrapadas por el despotismo de una madre que vive a base del que dirán y, todo ello, unido encima de un escenario con una modesta puesta en escena.

Parece que no hay duda, se trata de una de las obras míticas de uno de los máximos representantes de la poesía española, Federico García Lorca y su Casa de Bernarda Alba. Los encargados de volver a darle vida, la compañía jiennense de teatro Small Clonws. Una obra que solo en la capital ya la han visto más de tres mil personas, aseguraron los componentes del grupo en una actividad organizada por la Congregación del Santo Sepulcro a beneficio de la restauración de su patrimonio. Pasión y fuerza es lo que se encargaron de escenificar las actrices ante la atenta mirada de un público expectante y que superó las doscientas treinta butacas llenas.

Se vivieron momentos de tensión, de pena, de rabia a ratos y de frustración por esa ansiada libertad que no llega pero que la valentía de una joven es capaz de aferrarse a ella con fuerza sin mirar atrás ni pensar las consecuencias porque, como decía García Lorca: “En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”, una necesidad para alcanzar la felicidad por la que luchaban estas cinco hermanas y que el ojo de la sociedad se empeñaba en no concederles.