Diario JAÉN con dos fiestas fusionadas en un lugar encantador, Las Grajeras

La Virgen de las Mercedes y la de Fátima reciben la veneración de la aldea alcalaína, desparramada por debajo de una sierra muy sinuosa y pedregosa
Presentación de las fiestas en honor a la Virgen de Fátima, en Las Grajeras.
Juan Rafael Hinojosa

Se piensa que la aldea de Las Grajeras, en Alcalá la Real, toma su nombre del arroyo que pasa por la zona, aunque el topónimo procede, con casi total seguridad, con el lugar en el que proliferan los grajos. Qué mejor espacio que una línea montañosa situada por debajo de la sierra de San Pedro. Montañas sinuosas y pedregosas en las que desde hace poco tiempo se deja ver el emblemático lince ibérico. Si se entra desde la zona del cortijo de las Mimbres, la carretera tiene sugestivas y continuas curvas. Bajo este relieve se desparrama Las Grajeras, formada por casas aisladas y con 151 empadronados en 2023. El gran referente para los vecinos es la iglesia, dedicada al patrón, San Vicente Ferrer, datada por los estudiosos en el siglo XIX. Tiene una tipología típica de las iglesias rurales alcalaínas, similar a los templos de Ribera Alta o Ribera Baja. La cuestión de las fiestas de Las Grajeras es curiosa. En primavera se viven las celebraciones en honor de San Vicente.

A finales de mayo se realizaba la fiesta de las Flores, en las que salía en procesión la Virgen de Fátima. Sin embargo, desde hace más de una década, se vive, en julio, los actos en honor de la Virgen de las Mercedes, patrona del municipio. Como tres eran muchas fiestas para una pedanía con tan exigua población, se acordó suprimir las Flores y unificar las veraniegas. Este año, por circunstancias, la cita ha tenido que retrasarse. Aunque todavía no hay fecha exacta, todo apunta a que será el último fin de semana de septiembre. Los hermanos son Alberto Vico Rodríguez y el pedáneo, José Aguilera Vera. Además de la procesión con las dos imágenes marianas, habrá verbenas, comida y cultos religiosos. Hablar del Jaén desconocido es ahondar aún más en el Jaén siempre rural, porque si a veces no sabemos de la existencia de nuestros propios municipios, menos aún de aldeas recónditas.