Verano 20+20: Jaén helada y achicharrada

Miguel Ortega

Hasta los olivos de Begíjar hubieran sudado la gota gorda si su morfología les hubiera dotado de ese mecanismo de alivio contra el calor. Rodean el pueblo, marca centro de la provincia en La Loma, como largas escuadras alineadas en cultivo intensivo por esa fértil vega sur del Guadalquivir. A unos 5 kilómetros de su casco urbano está la pedanía de la Estación de Begíjar. Han soportado estoicos los 46 días de calor extremo registrados en el municipio este verano, a temperaturas superiores a 40 grados: tanto los olivos como el vecindario de casi 3.000 almas, más el medio centenar que habita la pedanía en la que se ubica la garita meteorológica. Una barbaridad. Un hecho insólito más allá de la gran ola de calor de agosto. Begíjar y la Estación han liderado la tabla de temperaturas máximas con 44,6 grados anotados el 11 de agosto.

Panorámica de Begíjar, en la comarca de La Loma. /Diario JAÉN.

A 130 kilómetros, en el paraje de Pozo Romero, término municipal de Siles, Sierra de Segura, los sensores de otra garita meteorológica del grupo de investigación FrotSe medían 6,2 grados bajo cero el pasado 2 de septiembre, todavía verano astronómico. Helada de manual en la gran dolina kárstica, cuya singularidad es innegable: dos depresiones en altura, como dos cubetas, grande y pequeña, una debajo de otra, que son capaces de embolsar el frío que se genera en la zona como en ningún otro lugar de la provincia y del sureste peninsular.

Mitad por mitad

Verano de contrastes en Jaén que viene agudizando el cambio climático. Verano paritario 20+20, mire usted. Tanto, que los datos de FrotSe difundidos en su portal Suremet suman 20 días con heladas en Pozo Romero y Cañada Hermosa, territorio este último entre Pontones y Santiago de la Espada. Y otros 20 días de temperaturas extremas con las dos olas de calor de este verano. La primera se inició el 28 de junio y terminó el 1 de julio con temperaturas oscilando entre 42 y 44 grados. La segunda, histórica, desde el 3 y al 18 de agosto, la más intensa desde que existen registros en España. La anomalía térmica, en concepto de los especialistas, llegó hasta los 4,6 grados por encima de las temperaturas normales de la estación. Los vaticinios de finales de primavera, generosa en lluvias este año, se han cumplido: hemos sudado la gota gorda, sobre todo en agosto. Además, quien se haya internado en los puntos fríos de las sierras del noreste provincial quizá tiritara a la caída de la tarde y por la noche de no ir muy bien abrigado.

El embalse de Pedro Marín, entre Jódar y Úbeda. /Diario JAÉN.

Pozo Romero y Cañada Hermosa

¿Y el frío en verano? Las 20 heladas lo corroboran. En Pozo Romero ha helado 17 noches y otras 3 en Cañada Hermosa. Hablamos de 1.410 metros de altitud en el primero y de 1.626 en la segunda. En la gran dolina heló los días 3,4, 5, 6 y 7 de junio con -3,3; -2; -1,8; -2,4 y -0,2 grados. En julio, el 12, 13 y 22 con 0; -1,2 y -1,8 grados. En agosto, el 2, 7, 21, 23 y 24 con -0,8; -1; -1,4; 0 y -0,1 grados. En septiembre, los cuatro primeros días del mes con -0,2; -6,2; -4 y -1,8 grados. Pozo Romero ha registrado un récord de amplitud térmica este verano con 36,5 grados de diferencia entre la máxima y la mínima del día 7 de agosto. El anterior se dató el 6 de agosto de 2023 con 34,2 grados de diferencia. Lo apunta Juan Amor, geográfo y climatólogo del grupo FrotSe.

La gran dolina de Pozo Romero, en el término de Siles. / Diario JAÉN.

¿Qué supone Pozo Romero para un investigador? Una mina de información y algo más. “Cuando analizamos por primera vez los valores de Pozo Romero, ese enclave nos rompió completamente los esquemas”, afirma el investigador. “Es más, dudamos de esos datos del verano de 2020, los primeros que registramos como FrotSe, porque pensamos que el termómetro tenía algún daño o que iba mal el sensor”, explica Amor. El grupo decidió colocar un sensor diferente en la garita, junto al primero. Tras un año verificaron todos los datos y comprobaron que no había fallo en el primero, las mediciones eran idénticas. “Pozo Romero, además de romper nuestros esquemas cuando analizamos sus valores, rompe el tópico de que en el sureste sólo hace calor en verano”, apostilla el geógrafo y climatólogo. ¿Por qué tanto frío además de la morfología del terreno? “Básicamente, por la estabilidad que se produce, con cielos totalmente despejados y ausencia de viento, más la baja humedad a esa altitud hacen que Pozo Romero sea un lugar completamente inaudito en el periodo estival durante las horas nocturnas, provocando esas inversiones térmicas bastante fuertes para esta época del año, sobre todo en el periodo de la canícula, y que en numerosas ocasiones consigue registrar heladas”. Lo explicaba también Juan Amor a este periódico el 25 de marzo de 2023 al hilo del relato excepcional de un hecho ocurrido dos años antes: el día en el que el investigador, acompañado de un grupo de colegas, descargó los datos del datalogger instalado en la Nava de los Troncos, sierra de La Cabrilla, en la parte de la cordada rocosa que pertenece a Cazorla. Verificó entonces una temperatura de 28,8 grados bajo cero que sigue siendo la más baja de Jaén y de todo el sureste español. La medición correspondía al 12 de enero de 2021. Pozo Romero no le ha ido a la zaga. Su registro récord fue de 25,3 grados bajo cero el 12 de enero de 2021.

Vacas en los pastos de Cañada Hermosa, Santiago-Pontones. /Diario JAÉN.

Cuando llegas desde Pontones a Cañada Hermosa, camino a Santiago de la Espada, estás a 1.626 metros sobre el nivel del mar. El nombre no desmerece al paraje, un altiplano de gran belleza que verdea en primavera, amarillea como oro viejo en verano, muda a ocre y verde en otoño y blanquea con las nieves de invierno. Sus choperas festonean el llano por donde pasta el ganado: ovejas, vacas, toros y hasta caballos. Tiene allí su curso un arroyo del mismo nombre y un manantial situado en el abrevadero de Encalvo. Aguas provenientes del cerro del Almorchón que discurre sobre rocas carbonatadas. Las del arroyo de Cañada Hermosa desembocan en el río Segura por el alto de Despiernacaballos. Es el otro punto del frío, de las heladas del verano en la provincia. Hasta tres en este que se nos va. La nieve en invierno es cosa corriente: el pasado 14 de enero registró 11,8 grados bajo cero tras una madrugada gélida, aunque no cayeron copos. El mismo día, Pozo Romero registró 13,9 grados bajo cero.

Ribereños

El Jándula se hace ancho como un lago en ese esquinazo de la cola del embalse del Encinarejo. Agua quieta, cristal oscuro que sólo pliega cuando roza la orilla. Las encinas, enorme rebaño silencioso, aún duermen recostadas en la tierra caliente. El gran pastor todavía no ha despuntado por el este para tocar a rebato. Despierta el monte cuando emerge radiante entre tierra y cielo. La primera luz del día ilumina el río y los black-bass, peces diseñados para atacar como un disparo, buscan comida. Silban y cimbran las cañas de un grupo de pescadores de ribera. Las cucharillas relucen bajo el agua prendidas del sedal, con el anzuelo camuflado en el envés. Si el pulso es firme, la estela que marca en superficie traza el rumbo de la recogida a velocidad de crucero. Los peces son más veloces que la mano del pescador. Y pican con voracidad.

En las riberas del Jándula, el pasado mes de agosto. /Diario JAÉN.

El grupo practica pesca sin muerte. Los colas negras se retuercen en la orilla antes de que los desanzuelen con un alicatillo. Vuelven al Jándula y desparecen en su seno tras un latigazo prodigioso, cuando el pescador afloja la mano bajo el agua de la orilla. Los de las cañas han dejado el hato a la sombra de un chaparro: nevera de mano que mantiene frías las cervezas, evita que sude el embutido y que se calienten los tomates y las latas de atún para el hoyo del desayuno con pan comprado de madrugada en el horno del pueblo. Tomaban café, aún noche cerrada, en el bar que hace esquina frente a la Safa de Andújar, junto al desaparecido surtidor de gasolina.

Llegaron al portón metálico que permite pasar a la finca para acceder al meandro donde se pesca —hay o había servidumbre de paso— poco antes del amanecer. Tomaron el primer desvío a la derecha tras pasar el viejo puente de hierro que también da acceso a Lugar Nuevo. Flanquearon la recta del río en el que fue Coto de doña Rosa. El paredón de la presa, a esa hora, no era más que una mancha oscura. Más arriba, remontando la cola del embalse, otros ribereños de temporada dormían en sus tiendas de campaña, a la vera del río. Pasaban allí, entre baños, paseos y comidas, fines de semana o buena parte de sus vacaciones. La acampada ya no es posible, pero todavía vuelven cada verano cientos y cientos a pasar el día, o la tarde, junto al río.

Niñas observan las truchas a orillas del río Borosa, este verano. /Diario JAÉN.

Ir al campo, bañarse en sus ríos, conocer el terreno, visitar santuarios o ermitas, adentrarse por sendas y caminos, pescar y comer en ventas o restaurantes de carretera y caminos forestales... Verano de ribereños. Así operaba el grupo de pescadores: como picaflores en Vadomojón, río San Juan, La Ropera, San Julián, Quiebrajano, Víboras, Borosa o Nava de San Pedro; incluso haciendo de tripas corazón, bajo la presilla del Guadalquivir en Mengíbar, frente a la Papelera. También algunos de ellos remontando el Guadalquivir, ya con las cañas jubiladas, hasta llegar a Puente Ortega, Puente de los Agustines, Charco de la Pringue y El Tranco. Acamparon algunos veranos en el río Madera y en los Llanos de Arance, con Coto Ríos en fiestas. Un hervidero de gente. ¡Qué tiempos!