Miguel Ortega

Una cuestión de voltaje

Jaén no es ni mejor ni peor que otros territorios secularmente marginados en inversiones, planes y proyectos de desarrollo cuando afronta sus encrucijadas. Simplemente tiene una frecuencia de voltaje distinta, asimétrica, compulsiva. Es también una de sus señas de identidad. Cuando el agua le llega al cuello se desahoga, respira y vuelve al tajo para buscarse la vida cada día. No puede dudarse de los agravios sufridos a lo largo de su historia contemporánea, afrentas, ninguneos políticos e incumplimientos de promesas que casi siempre se han sellado con papel cuché electoral, de gramaje muy endeble en esta provincia.

Es cierto que se queja si le pisan los cayos y es pertinente preguntarse si la defienden convenientemente. Pero no es menos cierto que ese concepto de defensa debe tener una acepción amplia que involucre a sus administrados (población) y a sus administradores (políticos). Ni la política ha estado siempre a la altura de las circunstancias en los envites más difíciles para los jiennenses ni esta sociedad ha sido perseverante en su protesta; tampoco en la exigencia debida a sus representantes políticos, elegidos precisamente para eso, para defender sus intereses en las instituciones democráticas. Somos más de cañonazos sonoros que de fuego graneado de fusilería.

Manuela Rosa, periodista y adjunta la Dirección de Diario JAÉN, fijó en pleno terremoto del Plan Colce cinco hitos que permiten articular el escenario de las aventuras y desventuras de Jaén con sus administraciones. En aquella crónica de marzo del año pasado relataba: Asamblea Magna de Jaén (1925); Plan Jaén (1953); Plan Activa Jaén (2006) y conexión AVE Madrid-Granada (2019). Entre medias podemos trazar un rosario de episodios de esta historia de desencuentros, decepciones y desengaños.

La Línea Baeza-Utiel

Plasmado en el Plan Guadalhorce de 1926, durante la dictadura de Primero de Rivera, ha sido uno de los grandes fiascos de los proyectos ferroviarios en España. De vital importancia, porque hubiera unido en un corredor estratégico Jaén con el Levante, para alcanzar después Francia. Otro general influyente en la dictadura de Primo de Rivera, Leopoldo Saro Marín, de raíces familiares ubetenses, fue uno de sus principales defensores e impulsores del proyecto. La guerra civil lo paró y otro general, Franco, lo abandonó en 1965. Curiosamente, en 1941, un editorial de aquel Diario JAÉN en su primer año de vida proclamaba la “nueva visión” de España y de Jaén con pieza maestra, entre otros proyectos, en la Baeza-Utiel como signo de modernización y progreso. Con el trazado hecho, túneles y estaciones, nunca se terminó.

Tuvo mérito, tratándose de una dictadura como la de Primo de Rivera, que la Asamblea Magna Provincial, impulsada por la Diputación de Jaén en 1924, redactara y trasladara un documento con 130 propuestas para sacar a la provincia de su miseria económica y las tasas más altas de analfabetismo y mortalidad, entre ellos la Baeza-Utiel.

Concentración en la calle por el Plan Jaén

Después, con la dictadura de Franco no podía moverse un dedo en aquellos años de hambre, plomo y represión. Su Plan Jaén no resolvió los graves problemas de la provincia, ni la puso en la rampa de salida para solventarlos, más allá de los pantanos y lo poblados de colonización.

Sostén y bastión de resistencia social y económica de la provincia, el olivar convulsionó cuando la Unión Europea se dispuso a dar un giro radical a su política agraria con una nueva OCM que primaba la ayuda al árbol y no a la producción, de la mano de la Comisaría de Agricultura que dirigía el austriaco Franz Fichsler. Nunca fue un comisario europeo tan famoso en la provincia con más de 60 millones de olivos, pero con explotaciones no más extensas de 5 hectáreas. Si alguien no se había enterado, esta no es tierra de latifundio.

Jaén sí respondió y perseveró en esta ocasión. Lideró la oposición de todo el olivar nacional y se echó a la calle en la capital en vísperas del 28 de febrero de 1998 con más de 80.000 manifestantes, la más multitudinaria que se haya visto. Había repicado antes en Bruselas con otra movilización en la que unos 5.000 olivareros, pacíficos pero contundentes, se dejaron escuchar en las instituciones de la UE. Nada que ver con la que suelen liar sus colegas franceses cuando les tocan las entretelas. Y hubo marcha a pie a Madrid, asambleas, concentraciones, tractoradas y más movilizaciones. Se frenó aquella OCM, pero no el giro a la nueva política de cheques variables con repartos nacionales posteriores y conflictivos (PAC). También contundentes, pero menos multitudinarias que aquellas, fueron las movilizaciones contra la crisis de precios y los efectos de los aranceles norteamericanos, que culminaron con manifestaciones y cortes de las principales carreteras de la provincia el 31 de enero de 2020, combinada con otras movilizaciones en Andalucía y Madrid.

El ministro de Agricultura, Luis Planas, en Jaén

El músculo del sector agrario, especialmente el olivarero, está fuera de toda duda cuando se activa. A finales de los 90 obligó a la ministra de Agricultura Loyola de Palacio a “modular” su posición y gestión, criticada por la Junta de Andalucía (PSOE) y hace dos años al ministro Luis Planas (PSOE) activar mecanismos legislativos, sobre todo en la cadena alimentaria, cuya gestión también cuenta, en esta ocasión, con la crítica de la Junta de Andalucía (PP). En esa dicotomía encajada entre los colores políticos que gobiernan se ha movido, y se mueve, la posición de partidos y las administraciones que gobiernan.

Una para todos los agravios

El penúltimo gran regate a la provincia, que denominamos muy gráficacamente “La cobra”, se ejecutó en 2019 con el proyecto de conexión del AVE a Granada. La figura lo ejemplifica en su doble vertiente. El trazado sortea pasmosamente la provincia y la sigue dejando descosida de la alta velocidad. De este modo, el Gobierno, su Ministerio de Transportes y Movilidad, hizo el zigzag para sortear lo que hubiera sido un beso consolador y, puestos a esquivar, dejó otro latigazo con una picadura dolorosa, otra más, en el cuerpo castigado de la provincia.

Hubo mucho ruido y pocas nueces. Como ha ocurrido con otros tantos proyectos. Bastaría citar la desesperante demora acumulada en proyectos como la modernización de la línea férrea a Madrid, crucial para los jiennenses; el culebrón del tranvía de la capital o proyectos olvidados en el tiempo. Citemos: Aprobada por un Consejo de Ministros, la Universidad Laboral de Jaén, que disponía de terrenos a las afueras (junto a la carretera de Córdoba) y en la que se habían invertido 34 millones de pesetas languidecía en 1991. Tampoco se hizo realidad y no hubo protestas. Habría albergado a un millar de alumnos y hubiera sido una infraestructura educativa con posibilidades de futuro. La Junta también redactó un proyecto en los años noventa para un pequeño aeropuerto civil y comercial que quedó en capítulo de inventario. Tampoco hemos vuelto a saber nada de aquella propuesta para construir un teleférico hasta el Castillo de Santa Catalina. De igual modo, nadie puso remedio al fracaso de otra iniciativa que afectaba a cuatro de sus comarcas más productoras de aceite de oliva, entre ellas La Campiña, cuando en septiembre de 2000 se anunció una cuarta Denominación de origen del aceite de oliva para ampararlas. Menos mal que durante diez años se perseveró con otro proyecto y en 2019 se consiguió la IGP Aceite de Jaén. Diez años, porque aquí casi todo suele costarnos, al menos, una década. Asimismo, se eterniza la construcción de una autovía hasta El Carpio, un apéndice de otra gran obra necesaria, conectarnos con Extremadura. La Junta anunció en marzo de 2007 que retomaba el proyecto de desdoblar la A-306 entre Torredonjimeno y El Carpio. En el primer semestre de 2022 no hay nada de nada. Con las nuevas calzadas del paso de Despeñaperros no hubo “cobra”, era imposible. Así que el 26 de septiembre de 2011 se abrió el nuevo trazado en el que el Gobierno de España había invertido 245 millones de euros. Y así hasta que, en el segundo año de la pandemia del coronavirus, en febrero, Jaén recibió otra sonora bofetada. Dolió tanto que estalló.

Perdida la base logística del Plan Colce, en favor de Córdoba, las plataformas ciudadanas convocaron una manifestación en caravana de vehículos hasta Despeñaperros. No sólo por el Colce, sino contra el abandono y marginación en inversiones y planes de desarrollo e infraestructuras de la provincia. Fue un éxito. El balance posterior no ha sido el deseado pese al esfuerzo ciudadano. Jaén no consiguió ningún compromiso firme sobre su futuro ni de sus representantes ni de Gobierno central ni del autonómico; perdió a sus plataformas ciudadanas (hoy constituidas en dos partidos políticos) y en esa vertiente chusca que tienen muchos de sus episodios, la Guardia Civil se hinchó de poner multas de tráfico aquel día. Ni siquiera el tiempo le dio una tregua. Llegó la Junta de Andalucía para darle otro disgusto.

Quinientos esforzados

Es el ejemplo más cercano que tenemos a mano de cómo baja el diapasón esta provincia y deja pasar oportunidades de reivindicarse con fuerza. La Junta, su Consejería de Economía y Universidades, traza un plan de financiación y un mecanismo de reparto entre las universidades andaluzas y a Jaén, también a Cádiz, la dejan tiritando en los papeles. Dimite el rector de Jaén como presidente de los rectores andaluces y explica que en ese reparto, poco más o menos, a la Universidad de Jaén la dejan malherida para toda su vida. Nace otra plataforma ciudadana, azuzan los partidos en la oposición y se ponen de perfil los que están en el gobierno. Nada nuevo. Y se convoca una manifestación el pasado 7 de abril. Sólo medio millar de esforzados ciudadanos, entre ellos profesores y alumnos, acuden. Esta es la Jaén del voltaje asimétrico: ni faltó ni sobró ni hubo bastante.