El lavatorio de pies como símbolo de servicio al otro

El obispo de la Diócesis, Sebastián Chico, celebra la Cena del Señor con un gesto de una honda significación
Monseñor Sebastián Chico procede a lavar los pies a otro hombre en la cárcel.
Juan Rafael Hinojosa

El Jueves Santo, día en el que se recuerda la institución de la eucaristía y en el que se celebra el día del amor fraterno, son muchos los jiennenses que se acercaron hasta el primer templo diocesano para vivir, junto al prelado del Santo Reino, la Cena del Señor. Es el primero de los cuatro días en los que el obispo preside las celebraciones en la catedral en las que plasma, junto al pueblo fiel, el misterio de la redención, que empieza con la pasión y concluye con la resurrección. Monseñor Sebastián Chico Martínez, que por la mañana presidió en la cárcel el lavatorio de los pies, participó, por la tarde, en la Cena del Señor en la seo.

Una celebración que empezó a las siete de la tarde con la llegada hasta la Puerta del Perdón del prelado. Los seminaristas, que participan como comunidad en el triduo pascual, ofrecían para besar el Lignum Crucis al obispo antes de adentrarse en el templo. Las lecturas corrieron a cargo de miembros de la Cofradía de la Buena Muerte. El Evangelio fue proclamado por el diácono Samuel Valero y el acompañamiento musical corrió a cargo del coro de la Catedral que dirige el canónigo y organista Alfonso Medina.

Sebastián Chico comenzó su predicación explicando las lecturas proclamadas y deteniéndose en el momento de la Última Cena, como anticipo de la Pasión. “Hoy entramos en la noche más sagrada, en la intimidad de un cenáculo donde el Señor nos dejó el testamento más precioso: su presencia viva en la eucaristía, el ministerio del sacerdocio, el mandamiento nuevo del amor, manifestado en el ejemplo del servicio. Es la noche de la memoria sagrada, de la Cena deseada, la noche en que el Amor fue entregado, partido, compartido, arrodillado ante la humanidad”, aseguró. El prelado añadió que en esa noche, Jesús se convierte en hostia viva, tomando el pan con sus manos santas, pronunciando las palabras que han cambiado el curso de la historia: “Esto es mi cuerpo, entregado por vosotros”. La primera exposición del Santísimo se hizo en las manos mismas del Señor, y fue seguida del reparto del Pan Vivo a cada uno de los suyos. Del mismo modo, ha querido enfatizar el sentido de la comunión para los que son miembros de la Iglesia y partícipes en la vida en comunidad. Así, ha expresado: “La Iglesia tiene un nombre muy concreto. Es comunión. Quien no viva la comunión no vive en la Iglesia, no es Iglesia”, argumentó el obispo.