La aldea de Vites rinde honores a la “Milagrosa”
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La aldea de Vites se engalanó para rendir honores a la Virgen Milagrosa, una pequeña talla que no necesita templo para ser adorada, pues tan solo le basta una hornacina hecha de ladrillos y con tejado a dos aguas para resguardar la fe de sus devotos. Los pinos hacen de guía para llegar al núcleo, escondido en la última frontera con la provincia de Albacete, donde los barrancos se presentan como una frontera natural para los más osados y la devoción por sus divinas imágenes es todo lo que necesitan los vecinos de Vites para seguir con sus tranquilas y apacibles vidas, lejos del mundanal ruido de una ciudad.
Se congregaron una quincena de ellos para rendir culto, siendo solo silenciados por el gorgoteo del agua que emana de la tierra y que representa la vida más pura en aquel rincón de la Sierra de Segura. Comenzó la eucaristía, y con ella los cantos y rezos, las súplicas, las peticiones y sobre todo la devoción. Devoción hacia una Virgen Milagrosa a la que se encomienda el futuro de esta aldea, una de tantas que abarca la extensión del término municipal de Santiago-Pontones. “Es verdad que es Milagrosa, porque plantaron un nogal hace mucho tiempo justo detrás de su hornacina y un temporal lo tumbó, pero al caer, se partió y no tocó ni una sola teja del lugar donde descansa”, confesó un vecino una vez acabados los rezos.
Tras las lecciones, llegó el momento de la hermandad, pues la treintena de habitantes de Vites, se agolparon en torno a un escenario improvisado y una barra para calmar la sed, para comer. La invitación se hizo para propios y extraños, poniendo en práctica lo que se había oído durante la liturgia, y es que la única riqueza que se posee en esta vida, es la que da Dios, el resto, la ostentación tan solo se traduce en vanidad.