Viaje de Jaén a Namibia

La fotógrafa Lola López Ortega se lanzó a la aventura para hacer eralidad un viaje que no había imaginado ni en sueños. Sus imágenes narran la historia de su convivencia con una tribu Himba

19 may 2019 / 11:40 H.

Dicen que viajar abre la mente y el corazón, los expande, los llena de emociones y ya nunca vuelves a mirar al mundo del mismo modo en que lo hacías antes. Puedo afirmarlo con rotundidad, y si además de viajar puedes mostrar lo que has visto a través de tu pasión como es la fotografía, el viaje se vuelve sencillamente inolvidable. Normalmente planificas un viaje, eliges un destino por diversos motivos y esperas con ganas que lleguen los días de vacaciones. Pero el viaje a Namibia fue muy diferente, no estaba previsto ni en sueños, era algo inalcanzable para mi y sin embargo sólo hizo falta un mensaje con una sola palabra: “Vente”, para que todo se activara. Como amante de la fotografía y del viaje utilizo las redes sociales para seguir los trabajos de otros fotógrafos, profesionales y aficionados, porque de todos se aprende, eso me llevó un día a parar mi mirada en una fotografía que vi por Instagram, era una madre Himba amamantando a su bebé, foto sencilla y tremendamente cautivadora para mi, lógicamente quieres saber quién es el autor y a partir de ahí seguir su trayectoria profesional, hablo de Daniel Casares Román, fotógrafo jerezano con muchos años de experiencia en fotografía de viajes, así comenzó la primera toma de contacto con él, vi que impartía cursos de fotografía en diferentes lugares y me interesé sobre todo por un taller que hace en Marruecos en el que además de aprender de sus conocimientos me permitiría viajar y conocer nuevos destinos, así estaba pendiente de las fechas que iba publicando para hacerlo, pero no había suerte de hacer coincidir vacaciones y taller. Del resto de viajes que hacía ni me los podía plantear por diferentes motivos. Y precisamente intentando preparar un viaje en solitario, en el que todo parecía estar en contra para poder hacerlo, una mañana vi la publicación de su viaje a Namibia, soñé por un momento en voz baja, pero rápidamente pensé, es algo imposible para ti... Esa misma tarde Dani me mandó un mensaje: “Vente”.

¿A Namibia? Ojalá pudiera Dani

Y comenzaron las preguntas: ¿Cuándo?, ¿cómo?, ¿coste?... Conforme él contestaba mi mente buscaba la posibilidad entre mil de que sí pudiera ser, le contesté al terminar: Dani creo que puede haber una posibilidad, voy a intentar hacerlo posible. La emoción ya me desbordaba por dentro y la mente se activó con un sólo fin, vivir esa experiencia única. Es justo en ése momento cuando comienza el Viaje, cuando tu mente dice voy a hacerlo porque es lo que quiero, el universo entonces se alía contigo y todo fluye para que así sea.

En esta ocasión el grupo fue de siete personas de diferentes puntos de Andalucía, el día 13 de enero cada uno comenzó su ruta hasta Madrid, punto de encuentro y partida en avión hacía Doha y desde allí segundo avión hacia Windhoek, capital de Namibia, llegada al día siguiente por la mañana, con muchas horas de vuelo pero tremendamente emocionados todos. Desde el aeropuerto hasta el lugar donde nos alojamos la primera noche había más de una hora de camino en coche, llegamos bastante cansados y con sueño, pero con mucha alegría. De madrugada a las 4 de la mañana ya estábamos en pie para iniciar el viaje en “autobús” unas 10-12 plazas rumbo a Opuwo, 9 horas más de carretera prácticamente recta y un mismo paisaje a ambos lados, desierto árido con pequeños árboles, reserva natural y dado que el trayecto comenzó de noche, pudimos contemplar un bonito amanecer y muchos animales de todo tipo que comenzaban su día, hasta tuvimos la suerte de que se nos cruzaran en la carretera cuatro jirafas preciosas, disfrutamos muchísimo ese trayecto a pesar de lo largo que era. En Opuwo nos esperaba Kaisa, nuestro enlace para llevarnos hasta el poblado Himba y a la vez nuestra interprete con el idioma. Allí hicimos noche en su humilde casa y al día siguiente después de comprar todo lo necesario comida, agua y demás, a la vez que la comida y grano que le llevamos como gratitud a la gente del Poblado, nos volvimos a poner en marcha y esta vez sí, rumbo al poblado Himba que con tanta ilusión esperábamos.

La llegada al poblado fue emotiva, muchos niños salieron a nuestro encuentro, a recibirnos con sonrisas y abrazos, sabían que llegaba Dani otra vez y estaban muy contentos. Recuerdo el primer cruce de miradas con Tamare, una niña Himba de unos 6 años que era luz y alegría en el poblado. A pocos metros de las chozas que formaban su poblado había un gran árbol, lugar reservado para nosotros y que nos proporcionaba algo de sombra ya que la temperatura allí superaba los 40 grados, descargamos mochilas y provisiones y nos acercamos a saludar a todo el poblado, la primera toma de contacto, para después disponernos a montar nuestras tiendas de campaña y organizar nuestro espacio durante 3 días de convivencia con la tribu Himba.

El viaje fue espectacular en todos los sentidos, por todo lo vivido y aprendido allí, por lo compartido con el grupo formado por Dani, Rosa, Mayka, Gorka, Ursula, Salvador y yo, donde se ha forjado una bonita amistad. Después de tan maravilloso viaje sólo me queda decir OKUEJEPA (Gracias) a todo el grupo por lo que cada uno me ha aportado y en especial a Dani por ser el responsable directo de toda esta gran experiencia, en la que la fotografía quedó en segundo lugar, dejando así que la convivencia nos regalara momentos inolvidables, las fotos surgen justo en esos momentos de emoción, sin buscarlas.