Una estudiante de Medicina se forma en Portugal
Marta Antonaya participa en una movilidad Erasmus

Aunque no era su primera opción, pues la idea era Lovaina, en Bélgica, el destino quiso que Marta Antonaya González se forme durante el presente curso académico en la Universidad de Coímbra. La joven de Vilches pertenece a la de Córdoba. En la ciudad donde vive ahora, una de las mayores del interior de Portugal, realiza su cuarto año de la carrera de Medicina.
Desde septiembre disfruta de uno de los centros universitarios lusos por excelencia del país luso. Subraya que la urbe, de unos 140.000 habitantes, alberga a 26.000 estudiantes. Hay muchos europeos, que como ella acuden con una movilidad Erasmus, pero también mucha inmigración brasileña. Pese a que la adaptación no fue precisamente sencilla, transcurridos unos meses, Antonaya se ha adaptado bastante bien. Situada a orillas del Mondego, uno de los ríos más importantes de esa parte de la Península Ibérica, Coímbra está a una hora de la playa y también de Oporto. Además, el casco urbano está rodeado de naturaleza, con montaña abruptas y bosques frondosos. La estudiante se siente como en casa, ya que, después de un periodo con compañeros de piso centroeuropeos, actualmente se encuentra alojada con gente de España.
Sobre la experiencia, es franca, al hablar de los pros y los contra del programa Erasmus. “Te ponen muchas expectativas, pero también tiene una cara mala. Estás lejos de tu casa, al principio muy sola, pero también es verdad que se trata de uno de los años en que más aprendes. Además, te tienes que buscar la vida, entre otras cuestiones para manejarte con otro idioma”, admite. Con el portugués no tiene problema. A pesar de que llegó solo con algunas nociones del idioma y de que la pronunciación es más cerrada que la de Brasil, en tan poco tiempo ya se defiende. En portugués son las clases y los exámenes.
En comparación con la Universidad de Córdoba, Marta Antonaya valora que el modelo es enseñanza es menos teórico. De manera que las prácticas triplican a la enseñanza basada exclusivamente en los libros. “En el hospital es donde realmente aprendes, porque ves la medicina en la vida real”, razona. Está contenta de visitar, junto con un doctor, a los pacientes y hacer el diagnóstico, a pesar de que algunos tienen un portugués poco comprensible para los españoles en general.
Respecto al aspecto de Coímbra, la vilcheña resalta que es muy monumental. Elogia los atardeceres “bonitos” y las casas coloridas. Una dificultad para la vida cotidiana radica en la cantidad de cuestas, aunque es fácil acostumbrarse a ellas. Por lo que atañe al clima, cuando llegó estaba advertida por la abundancia de las lluvias, pero reconoce que está gratamente sorprendida, porque en estos meses ha caído poca agua, algo que atribuye al cambio climático. Portugal comparte con España la actual sequía.
Otra cuestión interesante es la gastronomía. No le parece tan buena como la española, pero aun así, aprecia el nivel de verdaderos referentes culinarios como la “francesinha” —una rebanada de pan de molde tostada, rellena de diversos tipos de embutidos y carne: jamón cocido, chipolata, mortadela, un filete de ternera o cerdo—. El bacalao se halla muy frecuente en los platos. Igualmente, brillan los pasteles y los sándwiches. La hostelería y los establecimientos de ocio proliferan por la abundancia de estudiantes antes citada.
Una cuestión importante es la actitud de la gente hacia los españoles. Existe una especie de división entre los más colaborativos, que chapurrean el castellano y otros más antiespañoles. Eso sí, no le gusta el racismo hacia los brasileños.